El Beato José Cebula, textos litúrgicos

Hoy, 12 de junio, es la fiesta  del primer mártir oblato beatificado. 
A continuación publico aquí los textos litúrgicos.


Beato José Cebula, sacerdote,
y compañeros, mártires

Nacido en 1902 en Malnia, diócesis de Opole (Polonia), José Cebula entra siendo muy joven en Ia Congregación de los Misioneros Oblatos de Maria Inmaculada. Ordenado sacerdote en 1927, se entregó a Ia formación de los candidatos a Ias órdenes sagradas en el seminario menor de Lubliniec, luego como maestro de novicios en Markovice. Era al mismo tiempo muy estimado como predicador de Ia Palabra de Dios y confesor. Por haber ejercido su ministerio sacerdotal que estaba prohibido, murió mártir en el campo de Mauthausen (Austria) el dia 9 de mayo de 1941.

12 de junio

Liturgia de las Horas, Oficio de lectura


Segunda lectura


De las declaraciones de testigos oculares

De día, el Padre Cebula trabajaba como un obrero cualquiera, y por Ia noche celebraba Ia misa a escondidas, visitaba a los enfermos, celebraba bodas y bautizaba a los niños. En febrero de 1941, las autoridades le prohibieron severamente ejercer el ministerio sacerdotal. A pesar de esta prohibición, iba a Wymyslowice a llevar la comunión y administrar Ia unción a los enfermos. Es precisamente en este momento cuando se decide su arresto y deportación.

Un día, refiere un testigo, llegó a nuestro bloque un hombre alto, pálido, de rostro ascético y de nombre extraño: Cebula, que significa cebolla. En su comportamiento se notaba cierta dignidad como si estuviera en presencia de un misterio. Unos instantes después, unos soldados se lanzaron a él con la violencia de una tormenta y lo llevaron al lavadero, le pegaron con palos durante una hora con tal furia que perdió el conocimiento varias veces. Cuando ya estaba condenado a muerte, le dieron una cuerda para que se colgara. Semejantes episodios se repitieron a menudo hasta el día de su muerte. El Padre Cebula estaba tan débil que no podía comer ni acostarse solo.

Los guardas no ponían limites a sus brutalidades. De vez en cuando venían a la barraca. Para burlarse le ordenaban recitar oraciones o cantar canticos En medio de estos sufrimientos físicos y morales, el Padre Cebula no se ha quejado nunca. Repetia a sus compañeros de desgracia, que no se había imaginado nunca que seres humanos pudieran ser tan crueles.

Una semana después fue destinado a un puesto de castigo donde los prisioneros estaban sometidos a trabajos más duros. El castigo consistía en romper enormes piedras con una maza tan pesada que era casi imposible levantarla. Los soldados que estaban cerca de él le pegaban para hacerle levantar la maza. Con tales golpes. su cuerpo quedó completamente cubierto de llagas.

Un día, sus perseguidores le mandaron correr hacia una zona prohibida. Cuando el padre se acercaba, le gritaban que fuera mas allá. Es entonces cuando le dispararon. Herido en la espalda, la cabeza y el cuello, cayó al suelo, pero no murió hasta unas horas después. Incluso después de su muerte su semblante mostraba gran dignidad. Su rostro invitaba a reverencia.  Los que trabajaban en el horno crematorio no se atrevían a recoger su cuerpo con las manos para tirarlo al fuego. Les parecía que movía sus manos como para bendecir al mundo. Pero finalmente fue incinerado como todos los otros.

2 Tim 4, 7-8; Fil 3
He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido Ia fe;
ahora me aguarda la corona merecida (aIeluya, aleluya).
Todo lo estimo pérdida para conocer a Cristo, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte.
Ahora me aguarda...

Oración

Dios todopoderoso y eterno que concediste al beato José Cebula, sacerdote, y a sus compañeros la gracia de morir por Cristo, ayúdanos en nuestra debilidad para que, así como ellos no dudaron en morir por Ti, así también nosotros nos mantengamos fuertes en la confesión de tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo.

(Textos aprobados por la Congregación para et Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Prot. 1503/00, 25 de octubre del 2001)



Misa del Común de varios mártires, con la oración propia. 
Se sugieren las lecturas siguientes: Romanos 8.31b-39, con el salmo 125, 1-5 (fuera del tiempo pascual); o Hechos 7, 55-60, con el salmo 30, 3-4. 16-17 (en tiempo pascual); y Juan 15, 18-21.

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