¿Ocupa el Señor el centro de nuestras vidas?

Comparto aquí una reflexión presentada a una comunidad de mi congregación, los Misioneros Oblatos de María Inmaculada

Vivimos en un mundo líquido, confuso. No vemos contornos claros. "Señor, ¿a dónde vamos a ir?" preguntaba Pedro una vez ante la pregunta de Jesús si querían dejarlo de lado (Jn 6,68). Hay paralelos entre la sociedad de entonces y la de hoy. 

¿Cuál es la identidad, lo específico, de nuestra congregación, provincia o comunidad oblata?

"¿A dónde podemos ir?" No vayamos hacia lo llamativo, buscando sobresalir o adoptando una causa cualquiera que nos asegure tener seguidores. Cuando la religión desposa causas nacionales o culturales, o se identifica con la cruzada contra algún enemigo, habrá sólo un fuego de paja, que no tardará en desaparecer. 

"Tú solo tienes palabras de vida eterna", continuaba Pedro en su respuesta a Jesús. Es Él quien nos dará identidad y personalidad propia, es Él que nos indicará el rumbo para caminar resueltamente.

La fuerza misionera de nosotros Oblatos estará en tres cosas: 

  • nuestra cercanía a Cristo, 
  • la vitalidad de nuestras comunidades y 
  • nuestra amistad con la gente sencilla que nos toca evangelizar. 
Muchas veces la mención de Cristo puede tener la apariencia de algo que hacemos sólo por obligación. O la vida comunitaria no está en su nivel más alto. Muchas veces también, la gente sencilla parece ser personas sin importancia y sin influencia. Sin embargo, ellos, si son cristianos de verdad harán cosas extraordinarias para el país, el mundo y para la Iglesia; lo harán como y cuando Dios lo quiera.  

Lo que nos diferencia de los que no creen es únicamente nuestra adhesión profunda y personal a Cristo.

El filósofo inglés Os Guiness dijo en un reciente discurso que el Secularismo Ilustrado de la modernidad ha fracasado. Durante siglos intentaron reemplazar la fe del cristianismo con el saber y la razón, y una ética sin Dios.  Os Guiness afirma que sin la fe no se podrá renovar nuestra civilización. Y añade: Aquí no se trata no de la conveniencia de tener una religión que hará algún bien a la sociedad sino de la fe en que es verdad lo que se dice de Cristo y lo dicho por él.

La misión oblata consiste en anunciar a Cristo. La gente necesita tantas cosas, pero muchas las pueden darles otros también. Nosotros debemos darles a Cristo. Debemos ocuparnos de lo más necesario: "avivar la fe a punto de extinguirse" como decía San Eugenio. Esta sola cosa es necesaria. 

En la Provincia Oblata Cruz del Sur ya contamos con obras privilegiadas como los santuarios, la misión indígena, la acogida a los pobres, la pastoral juvenil y vocacional, y la formación de misioneros consagrados o laicos. Uniéndonos  pongamos todo nuestro esfuerzo en hacer a muchos descubrir la amistad con Jesús, el amor del Padre, la vida en el Espíritu. 

Sólo Cristo tiene palabras de vida eterna. En su mensaje para el 17 de febrero 2025 el Padre General nos preguntó: ¿El Señor ocupa el centro de nuestras vidas? Era ya la pregunta de San Juan Pablo II a los Oblatos.