La piedra para comenzar

En muchas partes del mundo crece el anhelo de paz y seguridad en la medida en que aumentan las amenazas a nuestra integridad física. ¡Que termine la violencia! es el gran sueño de mucha gente.

Durante una visita a Guatemala, unos meses atrás, me impresionó el nivel de violencia que sufre este país particular. Sobre una población de apenas 14 milliones se dan unos seis mil asesinatos anuales - ¡son 16 por día! Casas y barrios se convierten en fortalezas para obtener un mínimo de seguridad. Se anhelan nuevos tiempos que nunca parecen llegar, en el que se pueda pasear de nuevo libremente por la calle a cualquier hora y sin temor.

Mientras nuestros anhelos de paz no se convierten aún en realidad, ¿cómo reaccionamos interiormente? ¿Qué sentimientos, pensamientos y fantasías nos pueblan? 

Podemos sentirnos perdidos, por no saber por dónde comenzar para cambiar todo eso. En lenguaje bíblico, no encontramos una "piedra angular", nueva y alternativa, sobre la cual podríamos comenzar a construir algo distinto.

Sospecho que por eso nuestra mente se quiere a menudo ocupar en elevando muros todavía más altos sobre los viejos sillares. Nos empeñamos en inventar defensas más sofisticadas, en elaborar códigos penales más severos e incluso en imaginar respuestas a la violencia que son igualmente violentas y vengativas.

Hace poco me encontré con una reflexión de Xabier Picaza sobre la "Muerte de Jesús, revelación y solución de la violencia" (Selecciones de teología, 2012, 57-69). El autor trata de encontrar algún mensaje iluminador sobre el tema en la pasión y muerte de Jesús según el evangelio de San Marcos. Aunque no estoy de acuerdo con todo lo que dice el artículo le agradezco al autor su aporte y saco tres puntos como un resumen personal. Los formulo como respuesta a tres preguntas:
  1. ¿Quién le mató a Jesús? - A Jesús no le mató gente particularmente mala. Fue todo el sistema que exigía su eliminación, y un asesinato más era una solución ya probada como eficaz en tantos otros casos. A Jesús le mató el pecado original que se esconde en el corazón humano; en otras palabras, todos nosotros compartimos alguna responsabilidad de su muerte en la medida que seguimos confiando en la eficacia de la violencia, en la muerte como solución para no tener que cambiar de sistema.
  2. ¿Por qué motivo se le mató a Jesús? Dice Xabier Picaza: "No pretendía apoderarse del poder de nadie y, no obstante, todos los poderes se juntaron y lo mataron porque 'no era de los suyos'." Jesús quiso cambiar las reglas y mucha gente quedaba seducida por su nueva propuesta no-violenta. Jesús traía algo nuevo, abundante en vida. Eso mismo molestaba a los dirigentes; correctamente observó Pilato que lo entregaron por envidia (Mc 15, 10).
  3. ¿Qué consecuencias habrá después de este asesinato? Sorprendentemente Dios no va a imponer el nuevo orden del mundo por medio de otra violencia más potente pero sí se va a poner del lado de Jesús. "La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido, fue el Señor Dios quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos" (Mc 12, 10-11, que cita el Salmo 118, 22-23). Lo que hace Dios es resucitar a Jesús.
Debo confesar que todo lo que el Evangelio dice aquí sobre la violencia me ha dejado bastante inquieto. Tengo varios motivos para inquietarme.
  • Primero, porque yo también conservo todavía mi tendencia inata de reaccionar según el sistema. No estoy seguro que en un caso dado no sería capaz de matar a alguien porque me quiere robar algunas pertenencias; por lo menos sería capaz de aplaudir a algún "héroe" que lo hizo. Todavía me agrada cierto tipo de películas donde las cosas se ponen en orden por pura fuerza. 
  • En segundo lugar me quedo inquieto porque quisiera liberarme de este pecado original, de esa espiral de la violencia, pero no encuentro una alternativa viable a armas, represión y cárceles - si no actuamos con fuerza, ¿acaso no vamos a quedar todos dominados por la mafia? Un pacifismo total parece imposible.
  • Mi tercera inquietud consiste en que Jesús nos ha hablado de llevar cada uno su cruz. ¿Qué quiere decir esto exactamente? ¿Es solo una metáfora para decir que debemos soportar algunas dificultades, o significa sufrir eventualmente la violencia como él la ha sufrido?
Mis inquietudes solo se me comienzan a disolver si pienso en la paciencia de Dios. ¡Con qué paciencia Dios nos sigue acompañando a través de la historia! Por ejemplo, ¡cuántos siglos tardó la Iglesia hasta llegar a condenar la pena de muerte! Me consuela la idea que Dios tiene suficiente paciencia para dejar que el mundo siga algún rato todavía con el viejo sistema construido sobre el pecado original. Nosotros vivimos en este mundo; pero ya sabemos que no puede quedar así, que todo tiene que cambiar. ¡Apresuremos este cambio!

Creo que habrá más y más oportunidades para hacer resplandecer aquella victoria que sólo se encuentra en la cruz de Cristo. Encontraremos estas oportunidades estando al lado de los que más sufren del sistema del mundo. Siguen funcionando los mismo mecanismos que mataron a Jesús pero con su victoria pascual ya se nos ha entregado la nueva piedra angular, base de un mundo distinto. Sobre esta piedra ya desde ahora podemos comenzar a construir.

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