¿Se puede ser masón y católico a la vez?

El texto que sigue lo preparé a pedido de la Renovación Carismática Católica Arquidiocesana (RCCA); la charla fue presentada en Asunción, Paraguay, el 24 de noviembre 2012.
En la Iglesia estamos celebrando el año de la fe.
En este año queremos redescubrir la belleza y riqueza de todo lo que creemos como Iglesia y sobre todo, fortalecer nuestra fe. Para lograrlo se nos exige, como dicen nuestros obispos en su reciente carta, evitar la pereza espiritual y nutrirnos espiritualmente. La verdad de la fe nos hará vivir con más plenitud, por ejemplo, la verdad sobre la familia. Luego nos tocará salir de la sala del cenáculo y participar con nueva energía en la misión que nos confió el Señor, y que se concretiza en América Latina en la misión continental.

Gracias por la invitación a compartir con ustedes. Acepté porque me siento deudor para con la renovación en el Espíritu en el Paraguay, especialmente por lo que recibí en mis años de joven sacerdote cuando vivía en Villa Morra.

Se me ha pedido un tema de apologética, el tema de la masonería. Lo he formulado como pregunta: ¿Se puede ser masón y católico a la vez?

Creo que es una pregunta oportuna; sabemos de la existencia de la masonería pero somos conscientes de que estamos tratando con una sociedad secreta; por eso se necesita un empeño común para lograr una respuesta. Cierto que ellos hoy en día salen un poco más a la luz que antes. Lo hacen afirmando: Somos una sociedad no secreta sino discreta, y por el resto muy normal, neutral, abierta -  y por eso no habrá ningún problema para que los católicos entren. Y parece que hay gente de la Iglesia que dice lo mismo – me enteré de un caso en el Brasil y de otros en España.  Sin embargo, los obispos del Paraguay no nos dejan dudas sobre la respuesta esencial a nuestra pregunta, cuando afirman en la ya citada muy reciente carta:

“La masonería, al no reconocer la divinidad de Jesucristo, ofrece engañosamente un atractivo de filosofía mezclada con una filantropía que contradice la fe cristiana. Por tanto, ningún católico puede formar parte de la masonería”.[1]

¿De qué forma vamos a tratar el tema? He leído algunas cosas y tengo también alguna experiencia respeto a esta materia. Soy un sacerdote misionero oblato de María Inmaculada, alemán de nacionalidad y paraguayo por elección, con 20 años de presencia en el país. Pasé también 18 años en Roma en el gobierno de nuestra congregación misionera, visitando muchos de los 60 países donde estamos presentes los misioneros oblatos. No soy experto en masonería pero sí he escuchado cosas, por ejemplo en México y en Uruguay; he visto uno de los grandes templos masónicos en Estados Unidos – y siempre me ha interesado el tema desde el punto de vista de los manejos secretos de nuestro mundo. A veces parece que hay una concertación internacional en ciertas posiciones que son contrarias a las doctrinas y costumbres de nuestra fe, pero no llegamos a saber lo que hay detrás.

Vamos a tratar el tema con honestidad, afirmado solamente lo que se sabe, que ya es bastante, sin entrar en teorías de conspiración que no se pueden probar. Dejemos simplemente de lado lo que Dios nos sigue escondiendo hasta el momento que Él quiera. Parece que nuestro tema hoy está ganando cada vez más en actualidad: la masonería se ha hecho más visible en el Paraguay y también en el mundo. En la actualidad unas cuantas personas de mucho poder son masones como veremos luego.

El contenido proviene de varias fuentes escritas, mencionadas en la bibliografía al final de este artículo. He consultado libros de España como el de Manuel Guerra (izq.), Diccionario enciclopédico de las sectas, o el de César Vidal, Los masones;  y artículos como el escrito por el sacerdote peruano Ángel Peña, ¿Católico  y  masón? y otro del español Fernando José Vaquero Oroquieta, La masonería. Están a disposición del público varios buenos artículos en el internet: encontré también en YouTube una entrevista con el P. Manuel Guerra recientemente publicada la cual voy a utilizar.

Propongo cuatro pasos:

1)     Nuestra identidad como cristianos católicos
2)     ¿Qué es la masonería?
3)     ¿Se puede ser católico y masón a la vez?
4)     Lo que nos toca hacer.

I.   ¿Qué es ser cristiano y católico? Nuestra identidad.


Antes de hablar sobre los masones conviene que tomemos conciencia de lo que somos nosotros mismos en tanto que discípulos de Cristo. Ser cristiano y católico no es una cosa vaga, indefinida; es creer en el Dios y Padre de Jesús, y en Jesucristo, Hijo de Dios que se ha hecho hombre para salvarnos por su vida, muerte y resurrección, es creer en la presencia maravillosa del Espíritu Santo en la Iglesia, cuerpo de Cristo, Iglesia que nos comunica la verdad con la Palabra de Dios y la vida con los Sacramentos, y así nos guía por el camino hacia al Reino de Dios.

Esa fe la profesamos pero necesitamos también alimentarla. Si  uno tiene solamente su partida de bautismo como prueba de que es católico, pero no valora ni cultiva su adhesión personal a Cristo, queda como una rama separada de la viña, va a perder poco a poco su vitalidad y no va a producir fruto. Y no se va a poder replicar  nada cuando se oye afirmar que todas las religiones tienen su lado bueno y valen lo mismo, pero que hoy existen conocimientos que las superan.

Ser cristiano católico no es cualquier cosa. Eso significa también que no podemos culpar a nadie que no llega a tener nuestra fe – no es tan fácil creer en la encarnación del Hijo de Dios, o en su resurrección. Para los musulmanes, por ejemplo, todo parece más fácil – en su religión no van tener que meditar sobre el misterio de la Santísimo Trinidad. Nosotros no queremos tampoco culpar a los masones por el hecho de que no comparten nuestra fe; ya sabemos que como San Pablo “proclamamos a un Mesías crucificado: para los judíos ¡qué escándalo! Y para los griegos ¡qué locura!” (1 Cor 1,23).  Solamente no queremos que nos digan que ser masón y católico es compatible. A pesar del secretismo de los masones, se puede llegar a saber muy bien que tampoco ellos son cualquier cosa indefinida. ¡Tienen convicciones bien claras, que chocan directamente con las nuestras!

Hay una frontera entre las convicciones de ellos y las nuestras que se debe reconocer y respetar. Los católicos sentimos un sano orgullo de nuestra fe; realmente creemos que ella es verdadera y no solo una más de las posibles formas de religión. Por eso nos reservamos el derecho de señalar lo que para nosotros es verdadero y lo que no lo es. Conviene añadir en seguida que esa frontera no es solamente doctrinal, es también de comportamiento ético, y que nos reservamos igualmente el derecho de distinguir entre lo que creemos que es éticamente bueno y lo que no es un comportamiento aceptable, y de decir esto en público.

¿Va a haber conflictos por eso? No los buscamos, pero Cristo mismo los sufrió hasta su muerte en la cruz y nos indicó que el discípulo no tendrá una vida más fácil que el maestro en este aspecto.

II. ¿Qué es la Masonería?


Todos los católicos podemos conocer toda nuestra fe y tenemos la “puerta de la fe” (Hc 14,27) abierta para que otros entren. Explicamos nuestra fe a cualquiera que nos pidiere la razón de nuestra esperanza (1 Pe 3,15). También podemos conocer todo lo que queramos de la organización de nuestra Iglesia con nombre y apellido.

Con los masones es otra cosa. Las convicciones y la estructura de la masonería quedan en gran parte ocultas, no van a ser reveladas sino a los adeptos, y ni siquiera a todos los adeptos. ¿Qué decir entonces de esta sociedad? Cuando el secreto está en todas partes, ¿dónde termina lo real y empieza la fantasía? Otro factor que dificulta la comprensión de los masones es su fragmentación, ya que existen múltiples obediencias y ritos.

Sin embargo, con los años y los siglos, no es poco lo que se ha filtrado y así podemos dibujar un cuadro esencial del movimiento. Tendremos que simplificar algo en esta parte de la exposición por los límites de tiempo, pero no vamos a afirmar más de lo que se sabe con un alto grado de certeza. Admitimos que no se sabe todo lo que se quisiera de la masonería, como sucede con muchos objetos de la investigación histórica. ¿Quién fue el verdadero responsable de la muerte de John F. Kennedy? Hasta hoy no lo sabemos, aunque podemos tener sospechas, pero en un debate serio no cabe introducir nada de lo que se afirma en ciertas teorías de conspiración.

1.  Origen histórico y doctrina


Históricamente la masonería especulativa ha comenzado por el año 1717 en Londres y tiene hasta hoy como su carta magna las constituciones de Anderson, del año 1723. Los masones mantienen una mitología que los conecta con épocas mucho más antiguas, por ejemplo con Hiram que aparece en la Biblia como constructor del templo de Salomón y es hijo de una viuda de Tiro. Por su conexión legendaria con ese Hiram, a los masones se les denomina también “los hijos de la viuda”. Su mitología y leyendas se usan en sus amplios ritos simbólicos. Los ritos de iniciación y el secreto la conectan con el ámbito de la Gnosis que ofrece salvación por conocimiento superior a sus iniciados.

Con todo, es importante afirmar que la filosofía masónica es sobre todo hija del siglo XVIII - de la ilustración, el racionalismo y el liberalismo. Debido a estos orígenes, cuando ellos admiten a un Dios[2], se trata del Dios del deísmo: un Dios arquitecto del mundo que luego vive distanciado y no interviene más. Incluso toda la importante rama francesa de la francmasonería ha borrado la referencia a Dios de sus estatutos. Y así, entre los masones no hay lugar, por ejemplo, para el misterio de la Navidad, para Jesucristo resucitado, para el Espíritu Santo - alma de la Iglesia -, para la Palabra de Dios, los sacramentos, etc.
Cierto que la propaganda masónica declara que su sociedad es un movimiento esencialmente caritativo, filantrópico, filosófico y progresista; ellos afirman reconocer y defender la existencia de Dios, dicen que la Masonería no se opone a la religión, mucho menos a la Iglesia Católica, y que más bien recomiendan que cada uno practique su religión. Pero, en cambio, se debe decir que la verdadera filosofía masónica es el "humanismo secular", una ideología meramente humana. Lo que nos puede confundir es que “la masonería se coloca en un plano superior al de las religiones con las que dice ser compatible”.[3] En realidad, los masones teológicamente no son cristianos, pues no admiten que Cristo sea Hijo de Dios ni Salvador de los hombres.

¿Cuál es, entonces, el contenido del “credo” masón? Los principios que ellos profesan son los de la revolución francesa: Libertad, igualdad, fraternidad, a los que la rama francesa ha añadido la laicidad. Son valores que suenan aceptables para todos, sin embargo, hay que ver el contenido concreto.

En su artículo sobre la masonería, Fernando José Vaquero Oroquieta ofrece la siguiente síntesis en 11 puntos de la doctrina de los masones:
  • El principio de la existencia de una Fuerza Superior, reconocida bajo el nombre de “Gran Arquitecto del Universo”
  • El principio de libre pensamiento
  • El principio de la tolerancia
  • El principio de la autonomía de la razón
  • El principio de la libertad de culto: Es el propio individuo quien debe reglar sus relaciones con el Ser Supremo.
  • El principio de la libertad de conciencia: Cualquier coacción o influjo externo, sea de orden físico, sea de orden moral, en el sentido de dirigir u orientar el pensamiento del individuo, debe ser considerado como atentado contra un derecho natural y sagrado.
  • El principio de indiferentismo religioso
  • El principio del Estado Neutro
  • El principio de la enseñanza laica
  • El principio de la moral independiente
  • El principio de la religión natural: La religión oficial y pública debe mantenerse en los límites de la religión natural.
Y concluye: “Lo dicho es suficiente para que se vea con claridad que entre la doctrina masónica y la católica hay oposición tal que excluye la posibilidad de ser a la vez católico y masón”.


Veamos con un poco más de detalle solo los principios de la "libertad" y de la "tolerancia".

Para el Evangelio es la verdad la que nos hace libres (Jn 8,31).[4] Interesante lo que decía el expresidente español, el masón Rodríguez Zapatero: “EI único orden que debemos establecer es el de la libertad. No es la verdad la que nos hace libres. Es la libertad la que nos hace verdaderos”.[5] En cuanto a la tolerancia, sí casi todo se tolera; lo único que no se permite es discutir los principios y dogmas masónicos. La Constitución del gran Oriente del Brasil, en el artículo uno, declara ser requisito esencial para poder ser masón: No profesar ideologías contrarias a los principios masónicos. Preguntamos:¿Y no es que un católico tiene la obligación de profesar la doctrina católica?

En un artículo largo el sacerdote peruano Ángel Peña desarrolla lo siguiente sobre libertad y tolerancia, según los masones. Primero cita a un tal Maurice Caillet, ex-masón:

“Para un cristiano la libertad es un medio, un instrumento que Dios concede al hombre para que se dirija hacia el bien y hacia el amor. Para un masón se trata de un objetivo sin fin preciso, llamado a derribar todos los tabúes y todas las prohibiciones de la moral tradicional”.

Y luego sigue: “Los masones reivindican desde hace mucho tiempo la libertad sexual total entre adultos. Está valoración del placer, este hedonismo, ha llevado a la masonería a preparar y promover en Francia todas las leyes que favorecen el libertinaje sexual, el divorcio, la contracepción química y mecánica, el aborto, el célebre PACS (pacto civil de solidaridad, una unión civil entre personas heterosexuales u homosexuales), la manipulación de embriones…”

Luego el P. Peña cita a un doctor Pierre Simon, antiguo Gran Maestre de la Gran Logia de Francia, quien corrobora esta observación cuando afirma: “Es todo el concepto de familia el que está a punto de cambiar”.

¿Podrá un cristiano entender la libertad así y tolerar todo esto? No lo puede, aunque con eso se exponga a la persecución. El conflicto y la persecución sigue siendo una posibilidad real, incluso en nuestra parte del mundo. En su época, Voltaire entendía la libertad en principio sí como tolerancia, pero como intolerancia con los intolerantes, hasta llegar a la divisa, refiriéndose a la Iglesia: “Aplastemos a la Infame”.

En cuanto al tiempo actual, me llamó mucho la atención lo que dijo el actual Cardenal de Chicago, Francis George, sobre la posibilidad de la persecución de la Iglesia en un ambiente de secularismo total – lo dijo no tanto como profeta del futuro sino para hacernos pensar:

“Yo espero morir en la cama, mi sucesor va a morir en la cárcel y su sucesor va a morir mártir en la plaza pública. A su sucesor le tocará recoger los fragmentos de una sociedad arruinada y lentamente ayudar a reconstruir la civilización, como la Iglesia ha hecho tantas veces en la historia humana."[6]

2.  Organización e influencia


Los masones se organizan por logias, las cuales se coordinan en Grandes Logias en cada país y se conectan entre ellas en los grados superiores con Francia o Inglaterra, y también a nivel mundial. Hay variedad de ritos, que tienen en común los primeros tres grados de iniciación, aprendiz, compañero y maestro. Luego existen grados superiores: 33 o también más de 90, o solo siete. Lo característico de esta estructura es el secreto; se debe jurar solemnemente no revelar nada afuera y tampoco a los grados inferiores.[7] Por eso, masones de los primeros tres grados pueden incluso estar equivocados de buena fe sobre la doctrina y los fines de la sociedad de ellos, aunque algunas cosas les deberían llamar la atención.

Los masones buscan influencia y poder. Realizan sus objetivos, definidos más concretamente en los estrados superiores, de forma secreta y por ende conspirativa, y por eso son bastante eficaces. Hay una larga lista de ellos que llegaron a ocupar puestos de poder importantes, desde San Martín, Bolívar y Artígas a Washington y Roosevelt, de Zapatero y Hollande a muchos otros presidentes y primeros ministros, y altos personajes del mundo de las finanzas. Es de interés para la historia del Paraguay que el masón Conde de Aranda estuvo detrás de la supresión de los Jesuitas en 1767. En cuanto a la actualidad, conviene escuchar y dejarse sorprender por lo que dice el P. Manuel Guerra, experto en la materia, en una entrevista reciente en la que presenta su nuevo libro sobre Masonería, religión y política, que está yendo ya a su segunda edición (vea abajo en la Bibliografía, nº 4 el enlace a un video de presentación).

También puede ser de interés notar conexiones con ciertas organizaciones y sectas, presentes en nuestro medio. Nota el P. Peña: “Muchos miembros del ‘Rotary Club’ o de los ‘Leones’ se sorprenderán de saber que estos grupos han sido creados en USA por masones de alto grado.”[8] En cuanto a las sectas, fueron masones Joseph Smith, fundador de los mormones, y Charles T. Russell de los Testigos de Jehová. El Ku Klux Klan en Estados Unidos fue dirigido por masones. En el Brasil, la masonería tiene una fuerte conexión con el espiritismo. Hay relaciones históricas importantes con la teosofía, como también con el satanismo de Aleister Crowley[9].

Queda abierta la pregunta: ¿Qué hay detrás de la masonería? Ella se mantiene en su secreto que solo de vez en cuando se levanta por alguna circunstancia. En juego están no solo la verdad y el error sino también el bien y el mal. ¿Necesitaría esconderse detrás de terribles juramentos de secreto algo que es verdadero y bueno?

Treinta años atrás leí, estando en nuestra comunidad de Colonia Independencia (Guairá), un viejo libro sobre la masonería escrito casi un siglo atrás por el Cardenal chileno José María Caro (izq.). El libro termina así: “¿Cómo es que hay tantos católicos que a pesar de las prohibiciones de la Iglesia se han dejado tomar por sus redes? ¿Cómo es que hay tantos masones que, conociendo haber sido atraídos mediante un engaño, y otro engaño continúan, sin embargo, dejándose engañar? Una sola respuesta puedo dar a todas estas interrogaciones: ¡MISTERIO! Y lo que es más triste ¡MISTERIO DE INIQUIDAD!”[10]


3.  La masonería en el Paraguay


Si menciono este punto, aunque sea solo de paso, es para destacar su relevancia. Sería interesante escuchar de gente entendida informaciones sobre la presencia de la masonería en el Paraguay. Lo poco que sé es de los diarios y del internet.

Encontré una noticia del 2009 diciendo que el Señor Thomas Jackson, Secretario Ejecutivo de la Conferencia Mundial de Grandes Logias sería el  artífice de la unidad entre los masones del Paraguay; “tras varios años de división, los miembros de la masonería paraguaya deponen sus diferencias y acuerdan fortalecer la Orden en las fronteras del territorio guaraní”.[11]

También hay una página web de la Gran Logia  Simbólica del Paraguay (http://www.granlogia.org.py/), firmada por Euclides Acevedo, Gran Maestro.

III.    La posición de la Iglesia


1.  La Iglesia y la masonería en la historia pasada


La Iglesia católica ha rechazado la masonería casi a partir de su fundación en 1717 en centenares de declaraciones[12].

La situación fue muy dramática en tiempos del Papa León XIII quien en 1884 publicó toda una encíclica, Humanum Genus, sobre el tema. Los masones habían levantado falsas acusaciones contra su predecesor, el Papa Pio IX, incluso diciendo que había sido masón, y por eso León XIII reacciona con fuerza. Resume el P. Peña: “El Papa, buen conocedor del tema, habla de su naturalismo, de seguir la naturaleza, no aceptando nada sobrenatural, habla de la obediencia total y de los graves castigos que pueden recibir los desobedientes.”[13]

Poco después, un ateo francés, León Taxil, simula una falsa conversión y publica “revelaciones” sobre la masonería. Logra ser recibido por el Papa en 1887; diez años más tarde declara que había tomado el pelo a todo el mundo. ¡Cuánto habrá sufrido este papa a causa de los masones!

El Código de Derecho Canónico del 1917 menciona la masonería explícitamente e impone la excomunión a sus seguidores.

Pío XII, el 24 de junio de 1958, señala como “raíces de la apostasía moderna, el ateísmo científico, el materialismo dialéctico, el racionalismo, el laicismo, y la masonería, madre común de todas ellas”.

Años más tarde, algunas posturas quieren hacer distinción entre masones enemigos de la Iglesia y otros que se consideran amigos, lo cual podría abrir la puerta incluso a una doble pertenencia. En ese contexto es interesante la conclusión a la que llegó una Comisión mixta compuesta de católicos y masones en Alemania, según la comunicación oficial publicada en “L’ Osservatore Romano” (edición especial del 7 de Septiembre de 1980):

“Entre la Iglesia Católica y la Masonería -dice el documento- se han mantenido conversaciones oficiales en los años 1974 a 1980, por encargo de la Conferencia Episcopal Alemana… No es compatible la pertenencia a la Iglesia Católica y al mismo tiempo a la Masonería.” La Declaración termina con esta observación: “el estudio se hizo precisamente con la Masonería amiga de la Iglesia; y en ésta se constataron dificultades insuperables.”

Viendo toda esta realidad, no sorprende que la Iglesia siga manteniendo la incompatibilidad entre una vida de fe y la pertenencia a una logia, como acaban de afirmar los obispos del Paraguay.

2.  La posición de la Iglesia no ha cambiado: hay incompatibilidad


El nuevo Código de Derecho Canónico del 1983 no menciona más el movimiento, como tampoco otros grupos o sectas; en el Canon 1.374 solamente se señala:

"Quien se inscribe en una asociación que maquina contra la Iglesia debe ser castigado con una pena justa; quien promueve o dirige esa asociación, ha de ser castigado con entredicho". 

Sin embargo, en la víspera de la promulgación de este Código actual, el Cardenal José Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, hace en nombre del Papa una declaración oficial sobre la masonería. Cito estos puntos según la carta pastoral de Mons. Ismael Rolón como presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya sobre el tema.

El 31 de mayo de 1989 Mons. Ismael Rolón dice lo siguiente: “Si bien el nuevo Código de Derecho Canónico ya no excomulga (C. 1974) en forma concreta a los masones, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, el 26 de Noviembre de 1983, ha dado a conocer una declaración que expresa: ‘No ha cambiado el juicio negativo de la Iglesia respecto de las asociaciones masónicas, porque sus principios siempre han sido considerados  inconciliables con la doctrina de la Iglesia; en consecuencia, la afiliación a las mismas sigue prohibida por la Iglesia. (…) Los fieles que pertenezcan a asociaciones masónicas se hallan en estado de pecado grave y no pueden acercarse a la Santa Comunión’. ‘No entra en la competencia de las autoridades eclesiásticas locales pronunciarse sobre la naturaleza de las asociaciones masónicas con un juicio que implique derogación de cuanto se ha establecido más arriba.’”

El P. Manuel Guerra comenta sobre esta misma posición actual de la Iglesia:

“Obsérvese que la causa de la situación en estado objetivo de pecado grave no depende de ‘la maquinación (de la masonería) contra la Iglesia’ como la excomunión del Código de Derecho Canónico anterior (el promulgado en 1917 y vigente hasta 1983), que no se daba en la misma medida en todas las obediencias y ritos masónicos… Ahora el motivo radica en la naturaleza misma de la masonería al margen de sus actuaciones concretas, prácticas. Se trata de unos fundamentos y postulados ideológicos, teóricos, inconciliables con la fe cristiana.”[14]

Para la práctica, esto significa que un católico que se ha hecho masón vive en estado de pecado grave: por eso no puede comulgar, ni recibir la absolución, o la Santa Unción hasta que no se separe de la masonería. Su situación canónica es muy similar a la de los concubinados, aunque una de las diferencias es que la pertenencia a una logia podría ser desconocida.  

Los protestantes inicialmente toleraban la “doble pertenencia”; no obstante, tras una larga tradición de cooperación, la Iglesia anglicana aprobó, en 1987, un documento que declara la incompatibilidad; lo mismo han hecho otras iglesia protestantes. Al  parecer, ha influido la posición católica del 1983.[15]

Fernando José Vaquero resume así las razones de incompatibilidad:
  • la masonería tiene un carácter deísta; 
  • la característica definitoria fundamental de su organización es el "método" y en la base de este método encontramos, sin lugar a dudas, al relativismo; 
  • en eso también llegan a la negación de toda norma moral objetiva, tal como las afirma la Iglesia católica, cayendo en un relativismo moral. 
  • Jesús sería para ellos, eso sí, un gran maestro, un gran iniciado, pero al nivel de Buda, Mahoma, Zoroastro, etc.
El año 2001, el cardenal Paul Poupard, Presidente del Consejo Pontificio de la cultura, publicó en la revista Palabra un artículo en el que dice: “La masonería mete en el mismo paquete todas las visiones del mundo. Es lo que yo denomino el relativismo absoluto. Y el cristiano no puede admitir eso, porque sólo Jesucristo es la Verdad. Hay que decirlo claramente.”

IV.     ¿Qué nos toca hacer?


Después de este breve recorrido, ¿qué actitud debemos tomar, y qué acciones nos corresponden a los católicos? Yo veo en la presencia masónica sobre todo una llamada de atención. Algo el Señor nos querrá decir. Nuestras actitudes y acciones se dirigirán a dos campos: hacia afuera y hacia adentro. Hacia afuera, sigamos con el diálogo que buscamos con cualquiera que tiene una fe distinta y defendamos nuestros derechos; hacia adentro, tomemos más conciencia de nuestro compromiso cristiano.

1.  Busquemos el diálogo, pero no seamos ingenuos.


Estamos llamados al diálogo con todos los que no comparten nuestra fe, y el diálogo con los masones es solo un caso particular del diálogo interreligioso[16]. Para el diálogo es importante saber su propia postura y hacerla respetar, y luego buscar un terreno común con la otra parte, reconociendo la diferencia de convicciones en el otro.

Los expertos nos advierten que en el caso de los masones “hablamos siempre con un ciudadano encapuchado, rigurosamente impedido de manifestarse con sinceridad sobre la parte esotérica de su institución”[17]. Pero, sin embargo, el diálogo es bueno porque tenemos la posibilidad de darnos a conocer y poner la verdad de Cristo más al alcance de la otra parte. Siempre se puede aprender algo también, por ejemplo la eficacia organizativa de los masones, y buscar la cooperación en las causas buenas.

El peligro sería la ingenuidad, que nos llevaría a dejarnos instrumentalizar o a asumir posiciones que no son compatibles con nuestra fe. Debemos también reconocer la dificultad de algunos católicos en posición de liderazgo, que luego, por presiones sociales o de otro tipo, se han hecho masones, y tratar de rescatar a los que todavía se pueden rescatar.

2.  Defendamos nuestros derechos


La otra vertiente de nuestra actuación hacia afuera es defender nuestros derechos. Hay enormes intereses legítimos de la gran mayoría: los niños y jóvenes, las familias, las personas de escasos recursos, etc. Los masones son pocos, son un grupo de élite, y los que somos muchos, debemos saber defender lo que nos corresponde. Y para defendernos, también nos debemos organizar y hacer oír nuestra voz. Por ejemplo, cuando veamos atacada la religión, la institución familiar, el derecho a la vida y otros valores cristianos.

3.  Seamos mejores cristianos


No tengamos miedo, ni para ir al encuentro, ni para dejar constancia de nuestra propia fe, ni para defendernos. ¿Por qué? Porque el que está en nosotros es más poderoso que el que está en el mundo. Nos puede inspirar en este sentido la primera carta de San Juan:

“Ustedes, hijitos, son de Dios, y ya han logrado la victoria..., pues el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo. Ellos son del mundo, por eso su lenguaje es el del mundo, y el mundo los escucha. Nosotros, en cambio, somos de Dios; el que conoce a Dios nos escucha." (1 Juan 4,4-5)

Sí sabemos que esta victoria muchas veces solo se obtiene con el sacrificio.

Para los que estén tentados a unirse a la masonería, al final de su artículo, el P. Angel Peña nos exhorta: “No se vendan por dinero, no se dejen comprar por ayudas materiales o ascensos o mejoras de trabajo. La fe no se compra ni se vende. La fe es un tesoro que hay que defender y pedir con humildad.”

Para concluir, digamos que el problema mayor del mundo occidental y del Paraguay no es la masonería, ni el poder de los que son cristianos. El problema mayor es que nosotros los cristianos aún no nos hayamos entregado completamente a Jesús, el Señor, y en vez de llenarnos del Espíritu Santo nos dejamos contagiar por otros espíritus, nos hacemos débiles y de “doble pertenencia” en muchos sentidos.

P. Guillermo Steckling o.m.i.
Asunción, el 1º de diciembre 2012


Bibliografía consultada y de referencia

1.     Caro Rodríguez, José María, Cardenal: El Misterio de la Masonería. Descorriendo el velo  (1924)
2.     Guerra, Manuel: Diccionario enciclopédico de las sectas, Madrid 1998, 988 páginas
3.     Guerra, Manuel: Masonería, religión y política, Madrid 2012, 464 páginas
4.      Guerra, Manuel: entrevista publicada el 07/11/2012
5.     Peña, Ángel: ¿Católico  y  masón? Lima 2006, 73 páginas (www.libroscatolicos.org)
6.     Ullate, José Antonio: El secreto masónico desvelado, Madrid 2007, 286 páginas
7.      Vaquero Oroquieta, Fernando José: Aproximación a la historia de la masonería: naturaleza y relaciones con la Iglesia católica, (España) 2001
8.     Vidal, César: Diccionario de sectas y ocultismo, Estella 1991
9.     Vidal, César: Los masones, Barcelona 2005, 430 páginas 
10.  Sitios de la Red consultados (Noviembre 2012):


NOTAS


[1] Conferencia Episcopal Paraguaya, carta pastoral: el año de la fe renueva a las familias y a la iglesia, 9 de Noviembre de 2012
[2] En 1877 los [masones] franceses suprimieron la invocación del “Gran Arquitecto del Universo”. (…) El ejemplo francés, anticlerical, laicista, racionalista y no pocas veces declaradamente ateo, fue imitado por muchos Orientes y Logias de América Latina (Fernando José Vaquero, Aproximación a la historia de la masonería).
[3] El secreto masónico desvelado: José Antonio Ullate, Libros Libres,  Madrid, 2007, 286 págs.
[4] «Ustedes serán verdaderos discípulos míos si perseveran en mi palabra;
 entonces conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.» (Juan 8,31)
[5] Observador Semanal, Paraguay, Última Hora, 25 Nov 2011
[7] Cada masón ignora lo que se dice, hace o resuelve en las reuniones de categoría superior a la suya. … Cuando los Soberanos Grandes Inspectores Generales (grado 33) se congregan en Supremo Consejo, ni siquiera el gran Inquisidor Inspector Comendador (grado 31), ni el poderoso Gran Electo Caballero Kadosch (grado 30), y mucho menos la simple plebe de los primeros grados, podrán enterarse de las deliberaciones de los Hermanos grado 33. Y cuando, por fin, los Soberanos Grandes Comendadores reúnen de cinco en cinco años los Supremos Consejos en Congresos internacionales, entonces ni siquiera la distinción en el grado 33 conseguirá abrir la puerta del misterio  (Vaquero, Los masones, manuscrito).
[8] Peña, op. cit. pag. 16
[9] El masón Aleister Crowley, a partir de 1920 se define como satanista. Traba amistad con Ronald L. Hubbard, el fundador de la Iglesia de la Cienciología, también miembro de una secta masónica. -  (César Vidal, Los masones, pag. 195). - Un gran conocedor de la masonería, el historiador madrileño Ricardo de la Cierva, afirma que los masones del grado 33 son satanistas.  http://foroantimasonicoespanol.blogspot.com/2011/05/ricardo-de-la-cierva-afirma-que-todos.html
[10] José María Cardenal Caro Rodríguez: El Misterio de la Masonería. Descorriendo el velo  (1924).
[12] Desde 1738 a 1980 se conservan no menos de 371 documentos sobre la masonería.
[13] Peña, op. cit., pag. 59
[14] Guerra, op.cit. pag. 515
[15] Guerra, op.cit. pag. 516
[16] Conviene consultar la encíclica Redemptoris Missio
[17] Vaquero, op. cit.