Matrimonio y familia desde el designio de Dios

Nuestra Iglesia en el Paraguay ha lanzado un trienio de la familia y ya hemos entrado en el primer año. Por eso la reciente XXIX Semana de Teología estuvo dedicada al tema de la familia. Habiendo escuchado varias conferencias y añadiendo mis propias reflexiones, ¿qué puedo sacar en limpio?

El Presb. Fermín Castellano nos presentó la visión del libro del Génesis sobre el bien antropológico del matrimonio, que la Biblia ve como obra del Creador. Dios mismo ha querido que los seres humanos encuentren su plenitud en la relación entre hombre y mujer y que, uniéndose,  sean fecundos. ¿Correspondemos hoy a este designio de Dios?

En lo positivo cabe decir que por estas tierras la familia y el matrimonio son apreciados por mucha gente de las generaciones jóvenes; por ejemplo, se visita mucho a los familiares, la gente se quiere casar por la Iglesia, hay parejas muy activas en las parroquias...

Emergen también realidades negativas. El matrimonio tiene sus enemigos: ahí está el machismo tradicional, o el empuje hacia un libertinaje sin límites, o masivos intereses económicos que van en detrimento de la familia. De lo último es un ejemplo la migración: en busca de trabajo muchos hogares se fragmentan y a veces se desintegran para siempre. De esta manera nuestra sociedad no está ofreciendo un ambiente favorable a la familia y al matrimonio.

No faltan quienes aprovechan el ambiente para desplazar la sexualidad, don de Dios, de su hábitat natural y la convierten en una droga más, que se puede comercializar. Basta observar la proliferación de los moteles, o el hecho de que un tercio de los sitios del internet se relacione hoy con la pornografía. Lo más triste es que esta situación ya no se quiere considerar como anormal, contraria a la voluntad de Dios, sino se crean teorías que la justifican. No es estraño que el cardenal Ennio Antonelli, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, hable de una "revolución contra la familia" (VI Congreso Mundial de las Familias, Madrid, 25 de mayo del 2012).

En otra charla de la mencionada Semana de Teología, el Presb. Silvio Suárez trataba de la ideología del género. Es verdad que hasta cierto punto los roles de varón y mujer se encuentran definidadas según las culturas de la época. Estas culturas cambian y a veces deben cambiar porque oprimen a la persona, especialmente a la mujer. Pero el hombre o la mujer no se parece a una computadora sin sistema operativo que se pueda programar de cualquier manera. Pensemos en la vocación de madre que es exclusivamente femenina. Una ideología de géneros múltiples donde la heterosexualidad se presenta solo como una de las posibilidades que todas valen lo mismo, tiene serias implicaciones a diversos niveles.

  • Cuando se sigue esta ideología, a nivel de la sociedad ya no se quiere conceder al matrimonio el puesto que se merece. La grandeza de una nación está en sus familias, por eso el estado la debe proteger y no colocar la alianza entre hombre y mujer a pie igual que por ejemplo las uniones gay. 
  • Por otra parte, a nivel de la  autocomprensión de la persona humana esta ideología nos aleja del proyecto de Dios que nos ha creado hombre y mujer, complementarios y fecundos, a imagen suya. Si no se acepta este aspecto de la creación, ello no lleva a una autosuficiencia contraria a la naturaleza humana. Ya no se quiere depender del otro, ya no serán la alteridad,  la reciprocidad y la vida que nace los grandes valores que se honrarán entre nosotros.

Matrimonio y familia hoy en día necesitan ser afirmados y defendidos. Es algo que deben hacer sobre todo los mismos casados. Desde la teología, quiero añadir un pensamiento, una pregunta: ¿dónde se encuentra el origen de la atracción entre hombre y mujer que existe en nuestra naturaleza? ¿No es cierto que Dios es el origen de todo amor humano? ¿No es es verdad que la unión matrimonial es imagen suya? Es por eso que el matrimonio se encuentra entre los siete sacramentos: nos conecta al mismo Dios-Amor y y es de esa fuente que trae tantas bendiciones sobre los esposos y los hijos, la sociedad entera y toda la creación.

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