La
Experimentación con humanos desde el punto de vista de la Bioética
Seminario “Bioética en el marco de las Ciencias Jurídicas”
Universidad Católica (Paraguay), Campus de Ciudad del Este
“El
seminario se propone introducir a los participantes en el debate crítico de
temas como el matrimonio igualitario, bioética y tecnología, el aborto desde el
punto de vista de la ética del derecho, bioética y experimentación en el hombre
entre otros. Se quiere lograr que los jóvenes aprendan a razonar con rigor,
para así obrar con rectitud y servir mejor a la sociedad.”
Notas
introductorias
Se trata de
un tema al que un especialista podría dedicar muchas horas. Habría que tener en
consideración el progreso actual de la investigación médica y farmacéutica, la
historia de la experimentación humana, el avance de la bioética y la
legislación pasada y presente a nivel internacional y nacional.
Hablaré como obispo y pastor, no como especialista. Voy a hacer referencia a los campos que acabo de
mencionar desde el punto de vista de la Iglesia católica. Como hombre de fe, pastor
y obispo me interesan sobre todo las
conexiones entre vivencia humana, ciencia, vida profesional y fe.
Una imagen
sencilla para señalar lo que está en juego aquí puede ser nuestras relaciones
con un objeto vivo como por ejemplo un árbol. A un árbol grande y hermoso uno
se puede acercar desde distintos ángulos, en distintos roles. El poeta o el
músico se sentirá inspirado para cantar la belleza del árbol, el botánico se va
a interesar por su clasificación y averiguar exactamente su especie y su edad, un
carpintero va a ver su utilidad para la construcción y el comerciante se va a
poner a calcular su precio. Hay muchas maneras de acercarse a una realidad y
todas tienen su razón de ser y son hasta cierto punto legítimos. Pueden también
entrar en conflicto en el momento de tomar decisiones, por ejemplo cuando
alguien quiere cortar el árbol.
¿Cómo se
presenta el mismo cuadro cuando nos acercamos al ser humano? Aquí entran en
juego varios factores adicionales, por ejemplo la relación interpersonal, los
derechos humanos o la fe en que la persona es imagen de Dios. Necesitamos
establecer cuál es el ángulo que debe tener preferencia a la hora de llegar a
decisiones; cada persona lo tiene que discernir en su conciencia y juntos
también necesitamos formular nuestra ética. Nuestra antropología no se va a
poder separar de nuestra cosmología y de nuestra teología. Yo quisiera que esta
noche sintamos aunque sea un poco esta necesidad de una mirada coherente sobre
el ser humano en su mundo, teniendo en cuenta a su Creador. La encíclica del
Papa Francisco sobre la ecología, Laudato Si´, es un bello ejemplo cómo se hace
la conexión entre la naturaleza, el ser humano y Dios y nos puede convencer que
estas tres realidades son inseparables.
En cuanto al
tema más específico de esta noche, entran en juego conceptos sobre cuya
definición necesitamos entendernos para saber de qué estamos hablando.
Experimentación con humanos: Se quiere investigar empíricamente
el ser humano, su cuerpo y también su mente, su sicología. Se hacen
investigaciones en general o sobre algún tema específico con personas sanas o
enfermas, se prueban medicamentos y
tratamientos en casos particulares o con muchas personas, se hacen estadísticas
para sacer conclusiones. Surgen preguntas más insistentes cuando la medicación es
cuestión de vida o muerte, o cuando se usan tejidos vivos, o cuando se hacen
pruebas que tocan nuestro genoma, o cuando entran en juego embriones humanos.
Bioética: las nuevas posibilidades hacen
surgir preguntas éticas que necesitan una reflexión serena y cuyos resultado se
deben reflejar en la legislación y la jurisprudencia. Empleo para nuestro
propósito una definición de bioética que la limita a las cuestiones que tienen
que ver con el ser humano, no incluyendo directamente la ética de nuestro
proceder con el resto de los seres vivos.
Iglesia Católica. Para concluir esta introducción creo
oportuno aclarar mi actitud como representante del Magisterio de la Iglesia
Católica. Me es importante afirmar que aquí no se trata de defender el punto de
vista de la Iglesia en una especie de hacer lobby, como digamos un empresa
farmacéutica quiere hacer valer su experiencia y también sus intereses. El interés
de la Iglesia no puede ser otro que servir a la verdad, en este caso la verdad
sobre el ser humano, y promover una ética que respete la dignidad humana. Lo
que la Iglesia puede ofrecer es una visión coherente del hombre, del mundo y de
Dios que se apoya en la fe pero que creemos que en gran parte se puede mantener
en pie sola sobre el fundamento de la ley natural.
Preguntas
que surgen
Muchas veces,
en una situación surgen preguntas prácticas, inmediatas y apremiantes que nos
conducen luego a preguntas profundas y esenciales. Lo describe bellamente la
constitución Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II, 50 años atrás. Este
documento del concilio comienza aclarando que se dirige no sólo a los
Cristianos sino a todos los hombres[1]. Luego dice:
“En nuestros días, el género humano, admirado de sus propios
descubrimientos y de su propio poder, se formula con frecuencia preguntas
angustiosas sobre la evolución presente del mundo, sobre el puesto y la misión
del hombre en el universo, sobre el sentido
de sus esfuerzos
individuales y colectivos, sobre
el destino último de las cosas y de la humanidad.”[2]
[3]
En la bioética
emprendemos una reflexión sobre preguntas prácticas que surgen con el fin de
encontrar principios y normas para regular nuestro poder sobre la vida del
hombre, poder que ha crecido enormemente. Hoy poseemos los medios para curar
muchas enfermedades antes incurables como la tuberculosis y la lepra, regular
la fertilidad, reemplazar órganos, congelar embriones y soñar con muchas
posibilidades más. Pero si queremos llegar a respuestas válidas no podemos
esquivar las preguntas más fundamentales.
Nos pueden
maravillar las nuevas posibilidades y los grandes avances, y en este campo hay
tanto progreso verdadero y positivo. Pero la historia enseña que también somos
capaces de traspasar nuestros límites.
Siempre me
acuerdo de un dentista que me trataba unos años atrás. Lo hacía con un precio
especial, y en su consultorio le gustaba conversar conmigo sobre filosofía; era
profesor de filosofía también. Una vez mientras que me hablaba sentí un fuerte
dolor y reaccioné con un gemido. Mi doctor se asustó, preocupado. Luego me dijo:
Disculpe, Padre, me entusiasmé demasiado.
¡Nos podemos
entusiasmar demasiado! La pregunta fundamental que surge es la siguiente: ¿Es bueno,
e incluso es lícito hacer todo lo que podemos hacer técnicamente? Obviamente no
lo es – todos comprendemos que no hay derecho de matar a personas, o de
disponer sin más de los órganos de una persona viva. Pero la tentación de hacer
precisamente esto se presenta, especialmente en el caso de los más indefensos.
De eso ya se
ha hablado en este seminario, el tema que nos toca hoy es la experimentación.
En al afán de saber más, de tratar mejor enfermedades y mejorar la salud,
¿hasta dónde podemos ir con nuestros experimentos?
Experimentos
y transgresiones
Para probar
nuevos medicamentos y para adelantar la medicina, muchos experimentos se hacen
necesarios, cuya última fase suele ser la experimentación humana. Experimentos se
han hecho desde siempre. El año 1865 marca un hito cuando el francés Claude
Bernard publica su libro “Introducción al estudio de la medicina experimental”.
Pero también
es sabido que en estos estudios empíricos hubo abusos, y graves. El caso más
famoso constituye la experimentación en Auschwitz en tiempo de los Nazis, por
el infame Dr. Mengele y otros. Pero ya hubo abusos anteriores. En 1906 un
profesor de Harvard, EEUU, Dr. Richard Strong infecta a prisioneros en las
Filipinas con el cólera para estudiar la enfermedad. “Trece de ellos mueren. Se
compensa a los sobrevivientes con cigarros y cigarrillos.” Durante los Juicios
de Nuremberg, médicos nazis citan este estudio para justificar sus propios
experimentos médicos.[4]
Muchos de
los abusos posteriores, especialmente en Rusia y EEUU, tienen que ver con el
desarrollo de las armas nucleares, biológicas y químicas.
A
continuación se presenta una tabla de varios experimentos, años y lugares donde
han ocurrido investigaciones que no han cumplido con normas de la
investigación en sujetos humanos[5].
Experimento
|
Ubicación
|
Periodo
|
Observación del comportamiento de la sífilis
|
Tuskegee, Alabama, Estados Unidos.
|
1932 a 1972
|
Inyección de substancias radioactivas (Plutonio)
|
Rochester, Estados Unidos.
|
Finales de la década de los cuarenta, inicios de la
década de los cincuenta.
|
Comportamiento de individuos y militares en un campo
radioactivo.
|
Nevada, Estados Unidos.
|
1951 a 1963
|
Simulación de ataques biológicos a la ciudad.
Longitud de expansión de una bacteria. (Prueba de Vulnerabilidad)
|
San Francisco, Estados Unidos.
|
1950
|
Simulación de ataques Biológicos bajo tierra.
|
Nueva York, Estados Unidos.
|
1966
|
Experimentos con gases venenosos
|
Haengyong, Corea del Norte. Campo para prisioneros
políticos.
|
1965-1991
|
Según J. V.
Gutiérrez, existen en la historia reciente de la Medicina algunos ejemplos de
abusos realizados en miembros de minorías raciales o en personas recluidas en
instituciones.[6]
Incluso se
ha hablado de "colonización científica" cuando los pacientes de
países pobres son sometidos a experimentaciones que no podrían ser autorizadas en
países ricos. Hace dos o tres meses se cuestionó en Perú la manera de hacer
experimentos médicos con tres mil niños, con la recompensa de una canasta de
alimentos.
Muy
vulnerables son seres humanos como los embriones, fetos, niños, mujeres
gestantes, ancianos, deficientes mentales, pacientes terminales, personas
internadas en instituciones. Una parte de los experimentos humanos se derivan
hoy de la fertilización en vitro cuyo resultado son numerosos embriones humanos
sobrantes, congelados, que según las leyes del país se pueden legalmente usar
para experimentos. También se utilizan para estos fines tejidos de fetos
abortados, según recientemente se ha publicado.
Leyes
y Ley Natural
Algunos de
estas prácticas que llamamos aquí abusivas pueden ser legales. Se plantea aquí
el problema de las leyes injustas. El enseñamiento de la Iglesia dice que
existe una ley natural a la cual debemos hacer referencia por encima de las
leyes particulares..
“La ley natural expresa el sentido moral original que permite
al hombre discernir mediante la razón lo que son el bien y el mal, la verdad y
la mentira. ‘La ley natural está inscrita y grabada en el alma de todos y cada
uno de los hombres porque es la razón humana que ordena hacer el bien y prohíbe
pecar…’ (León XIII, enc. "Libertas praestantissimum).” (Catecismo de la
Iglesia Católica, 1954)
Esta
orientación es accesible a todos, entonces. Pero es cierto también que tenemos
dificultades de entenderla y aceptarla, como también lo expresa el Catecismo de
la Iglesia Católica:
“Los preceptos de la ley natural no son percibidos por todos,
sin dificultad, con firme certeza y sin mezcla alguna de error. En la situación
actual, la gracia y la revelación son necesarias al hombre pecador para que las
verdades religiosas y morales puedan ser conocidas ‘de todos y sin dificultad,
con una firme certeza y sin mezcla de error’ (Concilio Vaticano I…)”
(Catecismo, 1960)
Nos toca
razonar en base a la ley natural ante los desafíos de la bioética. Razonar bien
nos hará descubrir la verdad pero la fe nos da luces para llegar más rápido. Es
como cuando queremos construir un edificio – la estructura tiene que sostenerse
por sí misma pero éste se levanta con la ayuda de un encofrado y apuntalando
bien elementos aún frágiles hasta que todo esté bien establecido. Tampoco tiene
que haber condiciones climáticas muy adversas que lo harán difícil construir.
Así también la bioética puede ser amenazada por los vientos y las lluvias de
los intereses creados.
¿Qué nos
dice la ley natural?
Nos dice que
la ciencia puede hacer y necesita hacer pruebas empíricas para progresar. Pero la
experimentación tiene sus límites cuando afecta a seres humanos, y más todavía
cuando el objeto de la experiencia es el mismo ser humano. Ya es problemática
la experimentación con aquellos animales que son capaces de sentir dolor o
miedo. La ley natural nos hace caer en la cuenta del gran valor del ser humano
y su posición única.
¿Por qué el
ser humano es especial? La ley natural nos dice porque es el ser que se
encuentra por encima de todo el resto de nuestro mundo visible. Que es portador
de valores inmateriales, que es persona, que tiene una dignidad única. Por ese
motivo, la ley natural nos exige su respeto por encima de otros factores que
entran en juego.
La fe no
permitirá avanzar todavía más. El hombre es el único ser capaz de reconocer a
Dios. Es imagen de Dios, y más específicamente, en sus relaciones es imagen del
Dios-Amor, de la Trinidad de Padre, Hijo y Espíritu. Su valor no depende tan
sólo de él ni de sus cualidades, su valor está en el hecho de que Dios es su
Padre. Es por eso que desde la fe defendemos la dignidad de los más débiles:
los que no nacieron todavía, los que están ya al fin de la vida, los enfermos
graves incluso en coma, los que son especiales en sus capacidades. Valen porque
Dios los hizo. Si usamos bien nuestra razón vamos a descubrir que también esta
visión que descubrimos desde la fe puede justificarse desde la ley natural.
Algunos
reglamentos bioéticos existentes
Según Javier
Vega Gutiérrez[7], los dos pilares de la
regulación de la experimentación humana son el Código de Nüremberg (1947) y la
Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial (1964). En Nüremberg se
establece por primera vez la obligatoriedad del consentimiento informado. La
Declaración de Helsinki es un cuerpo de principios éticos que deben guiar a la
comunidad médica y otras personas que se dedican a la experimentación con seres
humanos. Por muchos es considerada como el documento más importante en la ética
de la investigación con seres humanos, a pesar de que no es un instrumento
legal que vincule internacionalmente. Ya hubo varias revisiones. “El principio
básico es el respeto por el individuo (Artículo 8), su derecho a la
autodeterminación y el derecho a tomar decisiones informadas.” (ib.)
Hay varios
reglamentos subsecuentes que los especialistas han de conocer: por ejemplo el Informe Belmont (1978) de Estados Unidos, y el documento legal del Comité
Internacional de Bioética de la UNESCO del año 1993 que protege el genoma
humano complementando la Declaración Universal
de los Derechos Humanos.
Aún con la
regulación que tenemos, se intuye que quedan muchas preguntas abiertas y que estamos
en un campo donde se juegan fuertes intereses económicos e ideológicos. También
se debe tener en cuenta que existen diversas corrientes dentro de la bioética.
Puedo mencionar tres modelos de forma esquemática: el modelo radicalmente
liberal que propaga una libertad ilimitada en la manipulación del ser humano;
el modelo utilitarista que toma como criterio la utilidad social de
experimentos humanos y otras prácticas médicas, y el modelo personalista que
parte del valor de la persona humana.
Posición
y Orientaciones de la Iglesia
Desde la
perspectiva de la razón iluminada por la fe en el Dios de Jesucristo, la
Iglesia Católica quiere ofrecer varias orientaciones y luces. Reclama que requieren
una particular protección en este asunto aquellos seres humanos que son biológica,
social o jurídicamente débiles o vulnerables. Afirma que el consentimiento
informado es un punto clave en la investigación en humanos. El que participa
debe conocer el objetivo del ensayo clínico y la metodología empleada, y siempre tener la
posibilidad de retirarse sin perjuicio en su tratamiento.[8]
Muy
importante es que la protección en los experimentos debe vigilarse y
garantizarse también a través de un Comité de ética (CDE) independiente que
deberá dar su parecer sobre el protocolo de la experimentación.
Entre los
documentos oficiales de la Iglesia Católica podemos mencionar Dignitas Personæ (DP), una instrucción
del 2008 proveniente de la Congregación Para La Doctrina De La Fe de la Santa
Sede sobre algunas cuestiones de bioética. Cito algunas conceptos:
- Se ve a “la ciencia como un precioso servicio al bien integral de la vida y dignidad de cada ser humano.”
- “A cada ser humano, desde la concepción hasta la muerte natural, se le debe reconocer la dignidad de persona.”
- “Sólo por el hecho de existir, cada hombre tiene que ser plenamente respetado.”
- El documento expresa “el porqué del valor inviolable del hombre: él posee una vocación eterna y está llamado a compartir el amor trinitario del Dios vivo.”
- En cuanto a la “investigación sobre los embriones humanos, del uso para fines terapéuticos de las células troncales (o células madre), y en otros campos de la medicina experimental” se afirma que “El fruto de la generación humana desde el primer momento de su existencia, es decir, desde la constitución del cigoto, exige el respeto incondicionado, que es moralmente debido al ser humano en su totalidad corporal y espiritual.”[9]
“Así como
hace un siglo la clase obrera estaba oprimida en sus derechos fundamentales, y
la Iglesia tomó su defensa con gran valentía, proclamando los derechos
sacrosantos de la persona del trabajador, así ahora, cuando otra categoría de
personas está oprimida en su derecho fundamental a la vida, la Iglesia siente
el deber de dar voz, con la misma valentía, a quien no tiene voz. El suyo es el
clamor evangélico en defensa de los pobres del mundo y de quienes son
amenazados, despreciados y oprimidos en sus derechos humanos.”[10]
Conclusión
Hemos hecho
un recorrido en un campo determinado de la bioética, que es la experimentación
con el hombre. Por esta pequeña muestra de la totalidad de las cuestiones
bioéticas nos damos cuenta que mucho está en juego. El ser humano ha aumentado
su poder, pero no todo lo que está en su poder es éticamente admisible.
Manejamos
seguramente casi toda la información que hemos mirado, todo esto nos es
accesible gracias a la tecnología de la comunicación. Es como disponer de los
ingredientes para preparar una comida. El desafío consiste en combinar, “meter
sobre el fuego” y “cocinar” una síntesis que pueda orientar nuestra vida.
Existen varias formas para comenzar a componer esa síntesis, menciono tres. En
primer lugar podemos hacer la síntesis en lo que la Biblia llama el corazón
humano; en el corazón se ubica también nuestra conciencia ética. La Virgen
María “guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón” (Lc 2,19). Un
segundo campo para hacer síntesis puede ser el arte. Cuando alguien escribe una
novela, pinta un cuadro o compone una música hace visible aquella belleza que se
hace sentir cuando estamos en harmonía con nuestra realidad. Veo importante
también un tercer ámbito donde se transforma la multitud de informaciones y pensamientos
en convicción y fuerza para el cambio: la comunidad, especialmente la comunidad
de fe. La bioética no va a ser el resultado de negociaciones entre intereses y
esfuerzos de limitar daños; va a surgir con fuerza sólo de grupos con estilo
comunitario que la promueven con convicción.
Para
terminar les recomiendo la lectura de la última encíclica del Papa Francisco,
Laudato si`, Loado seas. Es mucho más que un documento sobre la ecología, es
una gran síntesis y contiene una visión conjunta del hombre, del mundo y de
Dios que nos puede orientar en los inmensos campos que nos abre la ciencia hoy.
Le dejo la
última palabra al Papa Francisco quien escribe en Laudato si´:
“San Juan Pablo II recordó que el amor especialísimo que el
Creador tiene por cada ser humano le confiere una dignidad infinita… cada uno de nosotros es el fruto de un
pensamiento de Dios. …hoy el paradigma tecnocrático se ha vuelto tan dominante
que es muy difícil prescindir de sus recursos, y más difícil todavía es
utilizarlos sin ser dominados por su lógica… la libertad humana es capaz de
limitar la técnica, orientarla y colocarla al servicio de otro tipo de progreso
más sano, más humano, más social, más integral”.
Ciudad del Este, 24 de setiembre 2015
Mons. Guillermo Steckling, O.M.I.
Obispo de Ciudad del Este
Obispo de Ciudad del Este
[1] Gaudium
et Spes (GS), 1
[2] GS, 5
[3] “…ante
la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o
los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: ¿Qué
es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a
pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las
victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad?
¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?” GS, 10
[4] Bioética
y Experimentación Humana. Trabajo de Curso. by Daniel Castillo Hidalgo .
Universidad de Costa Rica
[5] Ib.
[6] Javier
Vega Gutiérrez LA EXPERIMENTACIÓN CON HUMANOS, en www.mercaba.org
[7] Javier
Vega Gutiérrez LA EXPERIMENTACIÓN CON HUMANOS, en www.mercaba.org
[8] J. V.
Gutiérrez, ib.
[9] A este
propósito el Papa Francisco dice Laudato Si`: “136. Por otra parte, es
preocupante que cuando algunos movimientos ecologistas defienden la integridad
del ambiente, y con razón reclaman ciertos límites a la investigación
científica, a veces no aplican estos mismos principios a la vida humana. Se
suele justificar que se traspasen todos los limites cuando se experimenta con
embriones humanos vivos. Se olvida que el valor inalienable de un ser humano va
más allá del grado de su desarrollo. De ese modo, cuando la técnica desconoce
los grandes principios éticos, termina considerando legítima cualquier
práctica. Como vimos en este capítulo, la técnica separada de la ética
difícilmente será capaz de autolimitar su poder.”
[10]
Dignitatis Personae