Informe al Capítulo General 2010 - 1ª parte: MISIÓN - CONVERSION


Misioneros Oblatos de María Inmaculada

El estado de la Congregación

Informe del Superior General para el Capítulo de 2010

1ª parte





San Eugenio dice acerca de los oblatos: “Su Fundador es Jesucristo, el mismo Hijo de Dios, sus primeros padres, los Apóstoles” (Regla de 1818). Al comenzar nuestro XXXV Capítulo General, momento de grandes cambios, congreguémonos en torno a Jesucristo, que en sentido pleno es nuestro verdadero fundador. Que la presencia de Cristo, su palabra y su Espíritu nos guíen en nuestro discernimiento.

Jesús afirma en Juan 5, 30: “no puedo hacer nada por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado”. Juzguemos como se nos ha dicho, escuchando juntos con un oído abierto a la voz del Espíritu, buscando la voluntad de Dios. Necesitamos una conversión profunda, abriéndonos a unas opciones que pueden ser otras las que podrían ser de nuestra preferencia, pero que están en consonancia con la voluntad de aquél que nos envía.

Este informe sobre el estado de la Congregación pretende ser un granito para una visión de futuro sobre nuestro trabajo misionero, que ha de ser desarrollado por este XXXV Capítulo y sus repercusiones posteriores. El informe no pretende ofrecer respuestas ya elaboradas, sino más bien pretende ilustrar algunas de las preguntas que todos nos hacemos.

A continuación, tras una reflexión introductoria sobre el tema propuesto por el Capítulo de la conversión, trataré primeramente de identificar los hitos de nuestra historia reciente; en segundo lugar, describiré algunas tendencias perceptibles que pueden constituir signos de esperanza, pero que también llaman a nuestra Congregación a la conversión; como conclusión, presentaré algunos imperativos para el futuro. Se puede encontrar en el anexo un recuento de los esfuerzos de la Administración General por responder a las expectativas del último Capítulo.

Este informe es el resultado de un esfuerzo de equipo del Gobierno Central. Queda completo únicamente con el informe del Tesorero General, que también ha sido revisado por el mismo cuerpo y que yo he aprobado.

Una misión que requiere la conversión – Introducción.


A.    Misión


Al comienzo del Capítulo, sería bueno recordar por qué hemos estado haciendo todo este trabajo misionero. Una dama elegante acompañaba a la Madre Teresa cuando se ocupaba de los enfermos. Al ver cómo se lavaba a un leproso, volvió su rostro disgustadamente: “¡No haría eso por un millón de dólares!”, dijo. “Tampoco yo”, respondió la Madre Teresa. Como la Madre Teresa, nosotros, oblatos, no evangelizamos a los pobres por dinero. Lo hacemos porque Dios nos ha dado una misión que cumplir. Cuando fuimos fundados, nuestra primera comunidad respondía a una necesidad local urgente en la Francia de 1816, pero pronto se extendieron por todo el mundo. Las necesidades misioneras del mundo siguen siendo urgentes hoy, al igual que en nuestros comienzos, quizá incluso más. Me viene a la cabeza la primera línea de la encíclica misionera de Juan Pablo II “La misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia (...), esta misión se halla todavía en los comienzos” (R.M. 1)

Nuestra misión tiene un enfoque especial, al igual que en otros institutos religiosos. Nuestro enfoque, “evangelizare pauperibus”, se expresa en la Constitución 5: “La Congregación entera es misionera. Su primer servicio en la Iglesia es el de anunciar a Cristo y su Reino a los más abandonados”. Esta realidad no ha cambiado nunca.

Lo que está cambiando, y tan dramáticamente, son los tiempos, lo cual quiere decir la gente, con su cultura, a la que se dirige nuestra misión; la composición de nuestra Congregación cambia también con él. Pronto se harán los 150 años de la muerte de nuestro Fundador. Desde 1861, la Congregación tuvo Occidente como centro durante bastante tiempo. Hoy nos hemos vuelto “multi-centrados”, basta echar un vistazo al mapa de los núcleos desperdigados con una presencia oblata fuerte y vibrante.



Un Capítulo General ha de hacer frente al desafío de captar las necesidades misioneras de todo el mundo y adaptar la Congregación a su propósito esencial, cumplir su misión hacia los pobres de hoy. Las necesidades y las posibilidades varían según el campo de misión: países secularizados, ambientes en que se consideran cristianos, culturas con religiones tradicionales fuertes, situaciones de minorías cristianas insertas en medio de grandes religiones mundiales, el mundo post-comunista, etc. En todas partes puede descubrirse el Reino de Dios, identificarse y promoverse con la presencia de Cristo en su Iglesia.


B.    Conversión



El tema de nuestro Capítulo es, sorprendentemente, no la misión, sino la conversión. Se lee: “Centrados en la persona de Jesucristo, la fuente de nuestra misión, nos comprometemos a una conversión profunda y comunitaria”. Nuestro proceso precapitular ha estado guiado por el lema: “Conversión: un nuevo corazón – un nuevo espíritu – una nueva misión”.

Fue el encuentro Intercapitular de Sudáfrica en 2007 el que llegó a este tema. Los participantes percibieron que en la Congregación se ve un consenso creciente sobre nuestra identidad como misioneros oblatos. Ha llevado años reclamar esta identidad, pero muchos de nosotros estamos ahora de acuerdo en un modelo que tiene los siguientes elementos clave:

  • Somos una expresión de la misión de la Iglesia hacia los pobres.
  • Vivimos y ejercemos el ministerio en comunidad.
  • Abrazamos la internacionalidad y la inter-culturalidad.
  • Hacemos nuestras estructuras más colaborativas y flexibles.
  • Compartimos recursos económicos entre provincias.


Se sintió que habíamos llegado a un acuerdo básico sobre estos principios e, incluso, sobre los medios que pueden producir frutos, aunque no se habían convertido plenamente aún en realidad. El único elemento que faltaba era un cambio de corazón. En lo intelectual y teórico somos a menudo claros en los conceptos e ideas, modelos y vías de acción, pero el corazón no siempre se implica en ello. Nos dimos cuenta de que nuestro estilo entero de vida como misioneros tenía que cambiar, con el fin de que podamos vivir juntos con más armonía, ser más consistentes en la oración y reflexión y cruzar, entonces, fronteras para dar testimonio de Jesucristo a los más pobres y más abandonados en formas más creativas.

Tras un acuerdo más formal sobre la conversión como tema provisional del Capítulo, la comisión precapitular elaboró una oración, distribuyó cuestionarios e hizo escribir numerosos artículos sobre la conversión y misión.
En las respuestas a los cuestionarios, se acuñaron frases como “enraizados en Cristo”, “pobreza y calidad de la vida oblata”, “misioneros contemplativos”, “vida religiosa (...) buena nueva para nosotros y los demás”, etc.

En los artículos producidos, se leen cosas como:

  • “Las palabras de Gandhi son ciertamente evangélicas cuando dice: “Hemos de volvernos el cambio que queremos ver en el mundo” (Frank Santucci).
  • “Dos elementos de nuestra vida parecen necesitar una atención considerable. Son la renovación del Ministerio de la Palabra y el descubrimiento de un modo común de la vivencia de la Pobreza Evangélica” (David Power).
  • “Es cuestión de hacer de nuestras comunidades oblatas casas de la Palabra de Dios” (Jean Hérick Jasmin).
  • “La conversión del estilo de vida ha de ser un fin primario” (resumen de las respuestas al Cuestionario 1).
  • “Hemos de añadir la dimensión de madurez humana e integridad como la clave de una conversión realista y efectiva” (resumen de la respuestas al Cuestionario 1).
  • Gianni Colombo, fallecido recientemente, cita nuestra Regla: “Las Constituciones OMI establecen que “el Capítulo es un tiempo privilegiado de reflexión y conversión comunitarias. Juntos y unidos a la Iglesia, discernimos la voluntad de Dios en las necesidades urgentes de nuestro tiempo...” (C 125)”.

El mismo San Eugenio de Mazenod habló de la conversión a la santidad en su discurso inicial al crucial Capítulo de 1850:
Hemos de comprender ahora que ahora más que nunca la necesidad de ser un religioso perfecto para ser un buen misionero. Hemos de estar bien convencidos de que el medio más efectivo de producir grandes frutos en los corazones de la gente es la santidad de vida y la práctica fiel de todas las obligaciones de nuestro estado”.
   En el presente Capítulo, con San Eugenio, deberíamos unir explícitamente la conversión a las necesidades misioneras de hoy. La conversión comienza en nuestros corazones y entre nosotros mismos y, una vez que haya comenzado, veremos claramente que el mundo entero tiene necesidad de conversión. Un ejemplo es el medio ambiente. Sobre ello, la Conferencia Episcopal de Canadá tiene lo siguiente que decir:
“El Papa Juan Pablo II nos recuerda que la crisis no es sólo ecológica, sino moral y espiritual. La crisis moral ha de hacerse frente con conversión, que es un cambio de perspectiva, actitud y comportamiento. Esencialmente, esta conversión se dirige a las rupturas que hemos creado con la naturaleza, con nuestro prójimo y con Dios” .
No podemos cumplir nuestra misión como a control remoto. Nosotros mismos, como individuos y como comunidades, hemos de entrar en el campo de batalla de la lucha espiritual que se está dando. En el Prefacio de nuestras Constituciones y Reglas, San Eugenio, lo afirmó de este modo, cito el pasaje en su totalidad:
Deben trabajar sin descanso por hacerse humildes, mansos, obedientes, amantes de la pobreza, penitentes y mortificados, despegados del mundo y de la familia, abrasados de celo, dispuestos a sacrificar bienes, talentos, descanso, la propia persona y vida por amor de Jesucristo, servicio de la Iglesia y santificación de sus hermanos; y luego, con firme confianza en Dios, entrar en la lid y luchar hasta la muerte por la mayor gloria de su Nombre santísimo y adorable. ¡Qué inmenso campo se les abre!. ¡Qué santa y noble empresa!”.


C.    Este Capítulo


Las expectativas sobre nuestro Capítulo son altas. Pareciera que tras una larga preparación nos hemos otra vez nos hemos hecho conscientes de nuevo de la conversión a la hora de hacer frente a tanto cambio y desafío. Pero hemos de saber, también, que, en cuatro semanas, no podemos esperar encontrar respuestas para todo. Una de las decisiones más importantes que podemos tomar es la de hacernos, de forma nueva, una “congregación aprendiz”, tal como se expresó en la sesión conjunta de Canadá-EE.UU. con el Gobierno Central en 2009. Quizá en el último Capítulo, deseando ser prácticos, entramos en demasiados detalles. De la experiencia podemos aprender que lo menos es más. Deberíamos, pues, centrarnos en algunas líneas directrices, pocas, pero bien estudiadas, así como que sean aplicables internacionalmente y que puedan ayudar a encarnar nuestra vida religiosa misionera en los contextos culturales concretos. En términos bíblicos, encontrar el “camino” es la cosa más importante: Jesús se presentó como camino antes de decir que es la verdad y la vida (cfr. Jn 14, 6).

Sin embargo, habrá algunas cuestiones concretas y prácticas que tratar:

  • Como mandó el último Capítulo, haremos de nuevo el esfuerzo de adaptar nuestras estructuras a un mundo cambiantes y a una Congregación cambiada.
  • Elegiremos un nuevo Superior General y Consejo.
  • Se necesitarán algunos cambios concretos en nuestras Constituciones y Reglas para responder más adecuadamente a nuestra realidad presente o para armonizar las CC. y RR.
  • Prestaremos atención a la situación de nuestros bienes temporales.

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