Discípulos misioneros ante el secularismo (2)

Discípulos misioneros ante el secularismo (2)

Reflexiones a partir de un libro de Charles Taylor   


(2ª de dos partes)
(Ir a la 1º parte)


Viviendo en la época moderna, ¿tenemos que llegar necesariamente al secularismo?

Como dijimos, es importante profundizar en la historia. Por un lado, a los creyentes el conocimiento histórico nos va a llevar a ser más humildes. Ha habido guerras de religión y alianzas cuestionables con el poder político. La historia va a revelar igualmente que tampoco los no-creyentes pueden colocarse en un plan moral superior. ¿Qué análisis merece la historia de la modernidad?
  1. Una de las grandes fuerzas propulsoras de la época moderna fue la necesidad de superar las guerras confesionales europeas. En el nuevo estilo de sociedad del Iluminismo se valoraba la cortesía en vez de la confrontación, y las energías se dedicaban a la erudición y el comercio en vez de buscar la gloria en las hazañas bélicas. Como no había ya acuerdo sobre la base de la religión se buscaban otros fundamentos para establecer una ética. El éxito de este esfuerzo se puede celebrar como un gran logro para la humanidad. Pero es también cierto que con el tiempo la imagen de Dios se hacía cada vez más distante y al final se llegó a un humanismo que rechazaba a un más allá.
  2. Los antecedentes a estos logros históricos se encuentran en diferentes reformas, tanto dentro la Iglesia católica como por vía del protestantismo; un denominador común de las reformas es buscar la santidad de todos, incluyendo a los laicos. Esto ha despertado grandes energías; por otra parte, en la vertiente protestante se llega a acabar con las vocaciones cristianas especiales que van más allá del florecimiento humano natural.
  3. Aunque se logra una época de relativa paz, la modernidad causa desde el principio profundos malestares. Se siente la estrechez de una vida basada solamente en la razón, pero lo fundamental es que la existencia en un mundo de poca profundidad para muchos ya no tiene sentido. Como reacción, nace el romanticismo con su nuevo aprecio de lo "sublime" en la naturaleza. Otros quieren recuperar lo heroico, lo grandioso en contra de una vida demasiado reglamentada; este deseo está en la raíz de los devastadores totalitarismos de siglo XX. 
  4. A los últimos cincuenta años se puede hablar de una nueva fase dentro de la modernidad.  Algunos le dan el nombre de "la época de la autenticidad" y la describen como una verdadera revolución cultural que se caracteriza por un individualismo expresivo. La revolución sexual es un factor medular en este cambio. En cuanto a la religión, en todo el mundo occidental se ha debilitado mucho la conexión entre civilización y religión. Las Iglesias históricas se ven delante de un gran desafío: ¿cómo llegar a comunicarse con la generación joven nacida en este nuevo ambiente? 
Analizando estos desarrollos se constata también que no todo el mundo está navegando según soplan los nuevos vientos. De hecho el ser humano de nuestra época se siente muchas veces empujado en direcciones diversas:
  1. En relación a la finalidad de la vida aparece la cuestión: ¿en qué consiste la plenitud de la vida? ¿Se encuentra solo en la pequeña felicidad que se me ofrece hoy y mañana, o hay algo más grande que transciende nuestros horizontes?
  2. En relación a la ética se levanta la duda: ¿Qué me puede motivar a perseguir los grandes ideales de la modernidad como el reclamar derechos iguales para todos, a nivel planetario? Y en conexión a esto surge la pregunta: ¿Cuál es el lugar del sacrificio en la vida humana? ¿Cómo puede tener sentido dar la vida por otros?
  3. En todo esto se nota una búsqueda de lo espiritual, que se expresa entre otras cosas en el arte y en los grandes momentos celebrativos; un ejemplo son los funerales de la princesa Diana.
  4. Incluso muchos creen en Dios y en Jesucristo pero sin pertenecer a una comunidad de creyentes.
Todo esto hace afirmar a Taylor que por un lado "la presente cultura fracturada y expresivista... parece ofrecer poca hospitalidad a la creencia" y que "la cultura de consumo aún absorbe gran parte de nuestro tiempo y energía"; por el otro lado "el sentido de que hay algo más se quiere imponer.... Nuestra época está muy lejos de establecerse en una cómoda incredulidad" (p. 727).

¿De qué manera nos situamos como cristianos, es decir como "discípulos misioneros"?

A. Para responder a esta pregunta conviene comenzar desde la debida valoración de todo lo que es positivo en la edad moderna y la presente "época de la autenticidad".
  1. Ciertos aspectos de la secularidad como los derechos humanos, el respeto a la autonomía de la ciencia, la separación entre Iglesia y estado, traen grandes beneficios. Como estos conceptos nacieron históricamente de la fe cristiana los cristianos hasta podemos clamar ciertos derechos de paternidad y maternidad en la cultura occidental actual.
  2. Hay que reconocer todo lo positivo del desarrollo técnico actual sin precedentes, el cual incluye la medicina, la comunicación, el transporte, etc. Es con razón que estos avances dan mucho prestigio al pensamiento moderno.
  3. El nivel ético del nuevo orden moral en ciertos aspectos es muy alto, como raras veces en épocas anteriores: se exige que todos se deben tratar como iguales, la justicia se tiene que respetar a nivel mundial, hay que respetar la libertad de las personas, etc.
B. Antes de entrar en el diálogo con la cultura actual los cristianos no podemos saltarnos el "mea culpa", incluso el "mea maxima culpa" por los errores y pecados que contradicen lo que Cristo nos dejó en herencia.
  1. Hay evidentes faltas morales - abusos sexuales, abusos de poder, falta de solidaridad con los más vulnerables, etc. - que necesitan ser reconocidas sin buscar excusas.
  2. Tocando algo más fundamental, es tiempo de darnos cuenta que en gran parte la concepción de Dios como ser distante y frío que encontramos al inicio de la edad moderna, y que finalmente lleva a muchos a la no-creencia, es reacción contra falsas imágenes de Dios que los mismos cristianos a veces hemos pintado: de un Dios que inspira más temor que amor, o un Dios que se puede comprar con sacrificios y así instrumentalizar para nuestras propias causas.
  3. Debemos vivir delante de Dios con la confianza de niños pero la sociedad actual no es condescendiente con un infantilismo de respuestas rápidas y fáciles; aquí cabe otro mea culpa. El ateísmo clama incluso una superioridad ética por enfrentarse con gran valentía a esta realidad dura de que supuestamente estamos solos en el universo, sin Dios, y que lo mismo debemos asumir con nuestras responsabilidades. ¿Mostramos como cristianos una responsabilidad adulta ante los cuestionamientos duros que la realidad nos impone? La parábola de los talentos vendría muy al caso.
C. Auto-afirmación. En medio de los frecuentes ataques a la creencia y la disminución de la práctica religiosa sería fácil caerse en la timidez y darse a la retirada callando nuestra fe, o tratando de adaptarse al mundo actual hasta el punto de abandonar valores esenciales. En cambio, como discípulos misioneros tenemos derecho a una sana autoestima y autoafirmación, ofreciendo resistencia y afirmando con fuerza el valor de nuestra convicción religiosa.

Un ejemplo es el concepto de que la religión simplemente ha pasada de moda. Se llega a preguntar a los cristianos: ¿Ustedes se ocupan todavía de un tema tan marginal? Se piensa haber probado que el ateísmo es científico; el hombre no representa más que una máquina compleja en la que el cerebro ocupa el lugar de la computadora. Por eso podemos hacer todo lo que la ciencia nos facilita hacer. Dicen que Dios ha muerto y que la fe era nada más que una ilusión.

Aquí es importante notar
1º que estas afirmaciones sobre la religión no son nada científicas. Un filósofo encontrará muchas objeciones (del tipo: querer explicar el ser humano desde lo que las ciencias naturales afirman del cerebro equivale a medir la altura de un edificio en kilogramos).
2º. En cambio, estas afirmaciones nacen de un sentimiento de superioridad; se cree que después de tantos siglos oscuros finalmente nos hemos emancipado. Esta posición ni es objetiva, ni se presenta sin pasión -de hecho se trata de una opción, una creencia en este caso en un sistema cosmológico cerrado.

Otra cuestión a discutir sería cuánto tiene que ver la opción por un mundo cerrado a la transcendencia, con los grandes estragos que han causado y siguen causando sistemas totalitarios y el capitalismo desenfrenado.

D. Sobre estas bases de la valoración del lado positivo, del reconocimiento de culpa y de la autoafirmación los cristianos podemos pensar en la conversión y los cambios que se nos exigen en la época actual. De mi parte sugiero que estamos invitados a considerar pistas como las siguientes:
  1. En una "época de autenticidad" necesitamos ser auténticos.
  2. Nuestra relación con el Dios viviente y autor de la vida necesita mucha profundidad para ser creíble. También la no-creencia ha adquirido más profundidad y hoy en conjunto es una alternativa respetable; pensemos en las obras de arte, el altruismo de tantas personas, y la búsqueda apasionada de la verdad en muchos sectores de la ciencia y el periodismo.
  3. Taylor hace una constatación curiosa: "Es como mucha gente que no desean ser seguidores sin embargo quieren escuchar el mensaje de Cristo, quieren que éste sea proclamado en alguna parte" (pag. 727). Es decir, incluso los no creyentes nos invitan a salir de nuestra timidez - después de la conversión nos espera la misión.
Salir "a los caminos y por los cercados" (Lc 14,23)

En la cultura actual misioneros generalmente no son bien vistos. Sin embargo, "todo discípulo es misionero" como lo afirma la iglesia de América Latina en el Documento de Aparecida (nº 144) y no podemos renunciar a esta condición de ser misioneros que tiene su origen en Dios mismo. También en ambientes de fuerte secularización es posible vivir la dinámica de la misión que consiste en cruzar fronteras, de buscar la encarnación de Dios en siempre nuevos ambientes culturales. En este caso estamos frente al secularismo; en occidente, pero también a otras áreas en cualquier parte del mundo y ciertos países como el Uruguay.  ¿Cuáles son las condiciones de misión en un mundo secular?
  1. Una de las condiciones es que la fe se admite sobre todo como opción personal. Se debe trabajar entonces en la animación de una fe personal. Hay que responder con nuevas formas y caminos creativos. El ambiente la mayoría de las veces no ayuda pero todavía atrae lo festivo, lo extraordinario - por ejemplo las peregrinaciones. Lo positivo es que desde la fe personal se puedo llegar a una comunidad de creyentes más convencidos y activos.
  2. Entre los jóvenes existe la condición de la ignorancia religiosa, del poco conocimiento del cristianismo. ¿Será que Europa occidental y otros ambientes ya comienzan a asemejarse a la ex-Unión Soviética donde los jóvenes poseen un conocimiento religioso casi nulo pero justo por eso sienten menos obstáculos para abrirse a la fe dentro de una comunidad eclesial?
  3. El secularismo no admite la posibilidad de una transformación del ser humano más allá del florecimiento natural. Esta condición de la misión exige que los cristianos afiancemos nuestra fe en tal transformación por el Dios de Jesucristo, el resucitado, que creamos con toda convicción en la divinización del ser humano como lo expresan las iglesia orientales, en un nuevo cielo y una nueva tierra, que creamos en algo más alto que el progreso humano. Aquí tienen su lugar la ética basada en el evangelio y el amor oblativo al ejemplo de Cristo.
  4. Hay varios puntos sensibles desde dónde se puede iniciar el diálogo misionero en el ambiente secularizado: 
    1. Lo que le falta al hombre moderno es la transcendencia. Se buscan muchas alternativas: arte, heroísmo en varios tipos de hazañas, hasta la entrega a sistemas totalitarios. Nosotros hemos recibido una alternativa mejor que puede llenar de veras el corazón humano.
    2. La carencia de lo transcendente se expresa a veces en una búsqueda religiosa y tal vez se reconoce algo sublime, divino, misterioso pero no se llega a la relación personal con Dios. ¿Por qué en estos casos no enseñar simplemente la oración?
    3. A nivel humano, se viven muchos valores de forma admirable, por ejemplo hay apertura al que es diferente, se da tiempo al voluntariado - ahí podemos añadir nuestra parte  testimoniando y hablando de aquel "amor como Cristo nos amó", el ágape
    4. Los pobres siempre cuestionan cualquier cultura. Como siempre, la misión debe optar en primer lugar por los que más sufren, lloran y anhelan cambios - los pobres en una palabra. En un proceso de evangelización mutua busquemos hacer crecer la esperanza, la única esperanza no ilusoria que se recibe con la fe.  La esperanza es una laguna en esta era pos-utópica.
Como mencionado al inicio, escribo estas reflexiones estando en América latina, el continente donde los obispos han afirmado en su última asamblea en Aparecida que "todo discípulo es misionero" (nº 144) y han lanzado una misión continental.  Aquí se tiene muy a mano la posibilidad de mirar el secularismo desde la perspectiva de los pobres. En cualquier sistema son los que se encuentran más abajo los mismos que nos revelan que algo debe cambiar. El ser humano debe aspirar a algo más grande, incluso más grande que los logros de la edad moderna.

Concluyo con unas palabras recientes de Benedicto XVI, del 11 de mayo 2011. El Papa constata:

"Vivimos en una época en la que son evidentes los signos del secularismo. Dios parece desaparecido del horizonte de las personas o se ha convertido en una realidad hacia la que se permanece indiferente".

Añade: "Pero al mismo tiempo se ve un despertar del sentido religioso… La vida sin un horizonte trascendente no tendría un sentido completo".

Y nos deja finalmente unos pensamientos sobre la oración. Ella es

  • la "expresión del deseo que el hombre tiene de Dios … 
  • No es una mera fórmula, sino una actitud, un estar delante de Dios …  En ella el hombre toma conciencia de sí mismo y de su situación ante Dios, 
  • Sse pone de rodillas, incluso físicamente, pero no a la fuerza, como el esclavo, sino espontáneamente …  
  • Débil y pecador, dirige su mirada hacía el Misterio con esperanza".

(Fin del texto)
(Para bajar el artículo (partes 1 y 2) en formato Word: cliquear aquí.)

P. Guillermo Steckling, OMI
Cochabamba (Bolivia), el 12 de mayo de 2011

2 comentarios:

  1. Felicidades, Guillermo, por el ánimo de meterte en tan difícil terreno. Es toda una charla magistral. Me quedo todavía un poco con el tema de relacionar la fe con la cultura; creo que es clave.
    Miguel.

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  2. María Coromoto Díaz de Govea.24 de mayo de 2011, 22:44

    La transcendencia es clave en la vida del hombre; el termometro que la mide es la relación personal con Dios, la conversión afianza nuestra fe y nos permite llegar hasta la estatura de Cristo. Entonces verdaderos discipulos misioneros transformadores de la realidad, esperanzados y centrados en los pobres.
    Gracias P.Steckling.

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