A veces un pasaje
bíblico nos llama la atención. ¿Por qué será? Comparto con ustedes unos versos
del primer libro de Samuel.
La situación es la siguiente: El pueblo de Israel
acaba de pedir un rey y el viejo profeta Samuel está disgustado. ¿Acaso no
saben ellos que solo Dios puede ser su rey? Finalmente, después de consultar a Dios,
Samuel les hace caso pero no sin manifestar a la gente que no está de acuerdo. Después de eso...
"Todo el pueblo
dijo a Samuel: «Ruega al Señor, tu Dios, por nosotros, para que no muramos;
porque a todos los demás pecados nuestros hemos añadido esta maldad de pedir un
rey.» Pero Samuel les contestó: «No teman. Es cierto que han hecho esa maldad.
Pero ahora, no se alejen de Señor y sírvanlo con todo su corazón… Porque el
Señor no rechazará a su pueblo en atención a su gran Nombre, ya que se ha
dignado hacer de ustedes su pueblo."
Y luego viene el verso que especialmente me ha
llamado la atención:
"Por mi parte,
¿cómo cometería este pecado de no interceder por ustedes ante el Señor o de no
enseñarles el camino bueno y recto?" (1 Samuel 12,19-23)
Samuel está
disgustado pero no dejará de interceder por la gente. Así está
imitando al mismo Dios que no nos abandona aunque no esté de acuerdo con algunas de nuestras actitudes.
¿No nos da este profeta un lindo mensaje para nuestros momentos de disgusto?
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