Con los pequeños teléfonos, sean comunes o mejor aún, inteligentes, nuestro radio de acción y nuestra libertad se han expandido muchísimo, para bien y para mal. Esto es verdad para todos pero especialmente en el caso de los jóvenes e incluso los niños; las nuevas generaciones son tan familiares con la tecnología de comunicación que casi la sienten como un extensión de su propio cuerpo.
¿Por qué he elegido este tema en este momento?
En nuestro congreso juvenil oblato del mes pasado, que es un evento anual con unos 300 jóvenes de muchas partes del Paraguay, y hablamos de la misión, la evangelización entre la juventud como tarea de los jóvenes.
A varios nos llamó la atención uno de los aportes de los jóvenes. En cierto momento hubo trabajo en grupos y la tarea era presentar una escena estática: escuela, trabajo, velorio, liturgia, etc. Y en cada una de las como quince escenas, los jóvenes colocaron a personas con el celular, personas generalmente distraídas del acontecimiento representado: escuela, liturgia, velorio, etc. Nuestro observación de esta autocrítica juvenil coincidía con recientes conversaciones con jóvenes: ellos mismo ya llegan a cuestionar el uso que hacen del celular; les parece útil, interesante - pero también pueden decir que "es un vicio", "exageramos".
A partir del celular, surgen insistentes preguntas para todos, niños, jóvenes y adultos: ¿cómo podemos emparejar la nueva libertad en la comunicación con la responsabilidad correspondiente? ¿Cómo los adultos e líderes juveniles deben educar y guiar a niños, adolescentes y jóvenes en este campo?
Las respuestas que solemos recoger son variadas.
- Algunos educadores, por ejemplo madres celosas, quieren prohibir todo especialmente a sus hijas ante la menor sospecha. Hay jóvenes que se quejan amargamente y hasta hay quienes amenazan con suicidarse ante la restricción.
- Otros educadores buscan establecer ciertas reglas aunque el problema que a veces se presenta es que esto requiere un mínimo de conocimiento en el campo de las comunicaciones. Pero en escuelas y colegios, en jornadas y retiros de jóvenes ya se establecen horarios en qué nos se puede usar el celular, y a veces el aparato se debe incluso entregar al responsable.
- Finalmente hay quienes lo dejan todo libre.
Ya se ofrecen bastante talleres y sesiones sobre el tema, este año escuché de dos en mi ambiente. ¿Alguien tiene respuestas pertinentes, sugerencias prácticas? Si ustedes los lectores se animan, escriban algo abajo como comentario a este blog.
Yo de mi parte voy a contribuir dos pistas a la reflexión.
- La primera consiste en un razonamiento. Creo que en eso de la comunicación estamos simplemente delante de un desafío ineludible que debemos enfrentar con madurez. Restricciones fuertes o prohibiciones totales ya no nos ayudarán. Lo que necesitamos es aprender a manejar el nuevo relacionamiento con múltiples personas de otra manera. Antes, en ambientes con pocas posibilidades de contacto, como por ejemplo en la sociedad rural, o entre los parientes y amigos que encontrábamos en visitas, nos habíamos acostumbrado a intensificar los pocos contactos que teníamos. Era una ofensa no estar presente. Pero hoy se habla de la aldea global; es una imagen adecuada ya que existe la facilidad de relacionarse virtualmente con todos los habitantes del planeta. Es clarísimo: Si dedico tanto tiempo a mis mil amigos de Facebook como lo solía hacer con mis amigos de antes, esto me va a absorber totalmente. Necesitamos aprender la moderación, y que se acepte un "no" sin que se lo tome como ofensa.
- La segunda pista viene del evangelio. Jesús nos envía a transmitir la Buena Noticia, es cierto, y hoy en día también la tecnología tendrá su lugar en eso. Pero, ¿qué lugar le corresponde? Habrá que usarla con buen juicio.
- Por una parte, evitemos que nos distraiga - Jesús decía a los 72 discípulos: "Por el camino no saluden a nadie" (Lc 10,4) para que ellos no se detengan con interminables saludos como era costumbre en la época.
- Por otra parte, no pensemos nunca que la tecnología es lo principal. El anuncio de la Buena Noticia se hace a partir de la acogida y el cuidado de las personas: "Si entran en una ciudad y los reciben, coman de lo que les sirvan. Sanen a los enfermos que haya y digan a la gente: El reino de Dios ha llegado a ustedes". (Lc 10,8-9)
Quizás la presente era de la comunicación total nos puede hacer caer en la cuenta de que existe otra comunicación, una comunicación muy profunda, que no depende la electrónica y sin embargo, es la que lleva más lejos; la comunicación de ese fuego de amor que arde en Dios y que quiere abrasar todos los corazones. En tanto cuánto los celulares sean un humilde medio para conectarnos a ese fuego divino, para pasar a aquella comunicación misteriosa, recibiendo y transmitiendo el fuego del Amor divino, ¡benditos sean los celulares y realmente nos llevarán lejos!
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