Las informaciones nos llegan de todas partes y muchas veces sugieren acción inmediata. Respondemos haciendo varias cosas a la vez en nuestro afán de cumplir, de estar al día, ser gente conectada y productiva. Tal vez en secreto anhelamos el ritmo de la vida campesina de antes. ¿Cómo puede sobrar tiempo para el ocio, nuestros familiares y los amigos, el arte? ¿Y cómo puede quedar espacio para algo que parece un lujo, la oración?
El Jesús de los evangelios lleva también una vida muy intensa. Todo es novedad, viajes, vienen y van mucha gente. Lo que podemos observar es que Jesús siempre encuentra oportunidades y tiempo para comunicarse con Dios. Hasta en las jornadas de mayor dedicación a los pobres y a los enfermos, Jesús no descuida su diálogo íntimo con el Padre. Su corazón permanece unido a su Padre. Su vida transparenta a Dios y así va suscitando fe, dando esperanza y encendiendo el fuego de la caridad.
En un corazón cristiano, fe, esperanza y caridad nunca deben faltar. En su última encíclica Dilexit Nos el Papa Francisco nos habla de este nuestro corazón. Dice también que en la oración se escucha el latido del Divino Corazón (nº 110).
¿Qué sucede cuando oramos? Aquí algunas pistas...
La oración nos hace repasar recuerdos e imágenes, buenos y malos, que entonces suben como incienso delante del Señor. Descubriremos que no es un deber a cumplir sino algo que nos llenará de paz.- Rezando no estamos solos, muchos otros oran en el mismo momento. El filósofo Gabriel Marcel ofrece la siguiente definición: - «Oración es apertura del yo al tú infinito en comunidad».
- Uno de los Padres de la Iglesia, un tal Pseudo Crisóstomo, habla de una "oración que no consiste en palabras, sino en el deseo de Dios, en una piedad inefable, que no procede de los hombres, sino de la gracia divina".
Desear a Dios, hacer subir ante nuestro Padre el incienso de lo que vivimos, abrirnos al Tú infinito en comunidad - todo eso es posible aún en una vida muy activa. Sólo hace falta intentar y practicar. Habrá tiempo suficiente.
Practicando la oración descubriremos que
- nos da alegría,
- hace volver muchas cosas a su tamaño real,
- fortalece el "centro unificador" del corazón (Dilexit Nos, 55 ),
- nos orienta hacia la meta de nuestra existencia.
- nos sorprende con gracias divinas para nosotros y para otras personas,
La oración desaliniza el mar amargo de nuestras inquietudes y lo convierte en agua dulce, en las aguas vivas del Espíritu.