Nuestra epopeya misionera comenzó 100 años atrás a orillas del río Pilcomayo. El lugar, Esteros, estaba entonces bajo control boliviano, hoy pertenece al Paraguay. Los primeros cinco Oblatos de María Inmaculada querían dedicarse a los indígenas Nivaclé de la zona, pero la inminente guerra del Chaco les impidió en gran medida arrancar su misión "esencial", el anuncio de Cristo. Al menos, así lo veían. Primero tuvieron que enfrentar los malos ejemplos de muchos blancos de la zona y los caprichos del río que no tenía un cauce fijo. Tuvieron que impedir con toda su fuerza el exterminio de los indígenas en el contexto de los inminentes choques bélicos. Hubo epidemias en la población, muertes también de misioneros por estar tan lejos de un hospital. Los superiores incluso consideraron cerrar la misión viendo todo eso - pero ella sobrevivió.
En 1931 su futuro primer obispo, Walter Vervoort OMI escribió: "pero después de todo, si al final dejamos el territorio completamente orfanado, nos da mucha pena la gente... Ellos son realmente los más pobres entre los pobres en todos los aspectos." Si cinco años más tarde los misioneros pudieron iniciar el primer catecumenado y luego de tres años adicionales hubo los primeros bautismos nivaclé, esto no se debe sólo a una predicación con palabras. Se debe a un testimonio de presencia en horas dramáticas - ahí ya había comenzado lo "esencial" de la misión.
Se acumularon 100 años de misión y 75 años de sede episcopal, y está por ordenarse el quinto obispo, Mons. Miguel Fritz. Hoy es la Provincia Oblata Cruz del Sur, presente en Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay la que sigue llevando la responsabilidad del Vicariato Apostólico del Pilcomayo.
De estos años yo también he compartido una parte. Ya he celebrado mis bodas de oro sacerdotales. Mi primera misión fue ir al Paraguay; y me quedé con excepción de unos años en Roma. Acabo de leer dos libros históricos el Pilcomayo oblato, y para mí es como la historia de mi familia.
Queda mucho que hacer en esta misión: hay que seguir siendo solidarios con las minorías indígenas y toda la población chaqueña, y acercar a todos lo que nos da vida y es nuestro tesoro más grande: lo que Dios ha manifestado por Cristo e infundido en nuestros corazones por el Espíritu.
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