San Gregorio de Nisa nos presenta una forma alternativa de vida cristiana

Entre los seguidores de Cristo surgió desde los inicios una vida alternativa a la matrimonial. Hombres y mujeres se consagraban a Dios como célibes, como vírgenes, o como viudas. Buscaban el verdadera rostro del Dios y Padre de Jesucristo en la oración y también en la misión con entrega total. Vivían su virginidad a ejemplo de Jesús mismo y de María su madre. Hacían entrever por sus vidas que Dios solo basta.


Al terminar la persecución bajo el Imperio Romano este nuevo modo de vivir tomó formas más organizadas. En esta época San Gregorio de Nisa (330-390), Padre de la Iglesia, escribió su famoso tratado sobre la virginidad. Era su primera publicación. Él, obispo y al mismo tiempo hombre casado, nos descubre en esta obra el sentido profundo de la vida de la virginidad de hombres o mujeres. Al mismo tiempo exhorta a los que quieren tomar este rumba a vivir una consagración integral. Después de la opción por la virginidad la lucha contra el hombre viejo debe continuar ya que éste no se rinde fácilmente. Gregorio exhorta igualmente a observar una sana moderación en las prácticas de piedad y penitencia.

Hoy renace en la Iglesia el "ordo virginum" al estilo antiguo. - Tengo noticia por medio de amigos de que existe en Paraguay, en Argentina y en Alemania, y en muchos países más. Son mujeres que se consagran a Dios y viven su misión bajo la autoridad del obispo local.

Aquí algunas frases de la antigua obra de San Gregorio de Nisa sobre la virginidad.

San Gregorio afirma que la bondad de Dios no se necesita buscar lejos, sino que está dentro de nosotros. Debemos esforzarnos para encontrarla en nuestro interior: 

  • El reino de Dios está dentro de vosotros. Esta palabra muestra al hombre - pienso - que la bondad de Dios no está separada de nuestra naturaleza, ni habita lejos de aquellos que deciden buscarle, sino que está siempre en cada uno, desconocida y oculta cuando está sofocada por los cuidados y placeres, y encontrada de nuevo cuando convertimos hacia ella nuestra mente.

El escrito ofrece várias comparaciones entre la vida matrimonial y la vida célibe; se constata: 

  • En la virgen, la muerte no causa la separación, sino el encuentro con el deseado.

Nuestro Padre de la Iglesia advierte que no basta ser simplemente virgen o célibe; para llegar a la santidad toda la vida debe ser coherente.

  • Hay también algunos que por su fuerte combate contra el placer, se convierten en luchadores fáciles de vencer al caer en el vicio opuesto. En el cuidado minucioso de la vida que han elegido, fácilmente se dejan vencer por tristezas, impulsos de ira, rencor y todas esas cosas
  • Quien se esfuerza por alcanzar el gran ideal de la virginidad sea coherente consigo en todas las cosas y que muestre su pureza en todos los aspectos de su vida.

Según San Gregorio de Nisa, la meta y coronación de la virginidad es el matrimonio espiritual con el Señor.

Esta obra tan antigua sobre la virginidad puede servir hasta hoy como inspiración a los que sienten inquietud de consagrarse a Dios en una vida célibe, a los ya consagrados y a toda la Iglesia.


Conversión relacional

Jesús vino a proclamar el Reino de Dios - un nuevo orden del mundo donde Dios es nuestro soberano. Lo explicaba de múltiples formas: este régimen nuevo es como una semilla, como la levadura, como una red... Hoy tal vez diría: el Reino de Dios esta en nuestras relaciones

Una de las formas de describir hoy el Reino de Dios es la alta calidad de nuestras relaciones que Jesús y el Espíritu Santo nos hacen desear. ¡Somos llamados a la conversión de nuestras relaciones!
El Reino de Dios lleva entonces consigo un cambio profundo en la manera cómo nos tratamos mutuamente. 

Dios es, según la fe de los cristianos, Trinidad, es decir relación de amor puro entre tres personas divinas muy distintas que juntas son un solo Dios. A través de Jesús, esta manera de comunión en el amor irrumpe con fuerza en nuestro mundo lleno de apatía, odio y frialdad y constituye la característica más destacada de sus discípulos.

Es verdad, nos cuesta relacionarnos de un modo donde no hay rechazo alguno, donde nos abrimos a todos. Dice el documento final (DF) del último sínodo de toda la Iglesia (sobre la sinodalidad): "se expresó la tristeza por... el cansancio generalizado para experimentar plenamente una sana relacionalidad entre hombres y mujeres, entre generaciones y entre personas y grupos de diferentes identidades culturales y condiciones sociales, especialmente los pobres y excluidos" (DF 36).

¿Tendremos fuerzas para una "conversión relacional" (DF 56)
¿Qué nos puede hacer caminar por este sendero?
Nos puede motivar incluso el amor a nosotros mismos: el encuentro con la alteridad, con personas que son diferentes, es indispensable para nuestra propia maduración.
También pensemos que al final de la vida seremos examinados sobre el amor, como dice San Juan de la Cruz.

Sobre todo, estemos convencidos que la acogida de las personas, sobre todo la hospitalidad brindada a aquellas que son diferentes, el esfuerzo para que cualquiera se sienta bien y a gusto con nosotros equivale a anunciar con fuerza la buena noticia del Dios-Amor. Por el buen trato, por la calidad de sus relaciones se reconocerá a los cristianos, se descubrirá la verdad de su mensaje y se propagará el Reino de Dios.